Visita sorpresa de Clinton a Libia en pleno «asalto final» sobre Sirte
La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, llegó ayer por sorpresa a Trípoli y fue agasajada por los prohombres del nuevo régimen, incluido el ministro de Petróleo. A 360 kilómetros al este, las desordenadas milicias que conquistaron la capital libia a principios de setiembre lanzaron una nueva ofensiva sobre Sirte. Esperaban además los refuerzos tras el anuncio de la caída del oasis de Bani Walid, que, sin embargo, seguía siendo bombardeado por la OTAN.
GARA | TRÍPOLI
La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, llegó ayer a Trípoli en una visita sorpresa que coincide con un recrudecimiento de la ofensiva, presentada como la final por el Consejo Nacional de Transición (CNT) contra Sirte, el feudo natal de Gadafi.
Se trata de la primera visita de un representante de alto nivel de la Administración estadounidense a Libia desde 2008. Por aquel entonces Washington suspiraba por relanzar las relaciones con el hoy líder libio en paradero desconocido.
Tras recalar en la cercana isla de Malta, Clinton llegó entre estrictas medidas de seguridad y siguiendo la estela abierta en su día por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, David Cameron, a quienes han seguido en las últimas semanas ministros de buena parte de los gobiernos implicados en la agresión contra el país árabe.
En el frente de Sirte, a 360 kilómetros al este de la capital libia, los combates redoblaron en intensidad desde primera hora de la mañana. Las fuerzas del nuevo régimen intentaban conquistar los barrios Dollar y Nº 2, en manos de los gadafistas, para poder proclamar oficialmente la caída de la ciudad y la «liberación total» de Libia.
Los sitiadores castigaban a la ciudad con armamento pesado. los resistentes replicaban con fuego de ametralladora y con francotiradores emboscados que atacaban a los milicianos que intentaban adentrarse en sus peligrosas calles desde el este, el oeste y el sur de la ciudad.
En sólo 40 minutos de combates, las fuerzas del CNT reconocieron dos bajas mortales y decenas de heridos. Los fieles al antiguo régimen «nos atacan desde todas partes, cono francotiradores, obuses de mortero y lanzagranadas», señalana tahar Burzeza. «Es muy peligroso», añadía este combatiente.
Un camarada suyo, Abdel Bassit Hadia, recién llegado de la ciudad de Misrata para sumarse al frente occidental, lanzaba un mensaje más optimista. «Antes, teníamos problemas de coordinación entre (las tropas de) Misrata y Bengasi, pero desde que nuestros comandantes se reunieron hace dos días, estamos mejor organizados.
Esperaban asimismo el refuerzo de las fuerzas de la brigada Jado, bajo el mando de Mussa Yunes, jefe de las fuerzas del CNT en el oasis de Bani Walid.
«Liberado» pero bombardeado
El CNT anunció a últimas horas del lunes haber tomado bajo control la totalidad de la localidad de Bani Walid, tras conquistar el hospital y desalojar del aeropuerto a las fuerzas gadafistas, que se habrían replegado en las cercanas montañas.
La situación seguía siendo confusa. Más cuando la OTAN bombardeó ayer mismo objetivos en Bani Walid e insistió en calificar de prematuro anunciar el final de sus operaciones.
Grupos de civiles intentaban huir del interior de Sirte, escenario de duros combates. La situación es crítica para los inmigrantes negros, objeto de las iras de los combatientes del CNT.
Tres años después de que su antecesora, Condoleeza Rice -a la sazón secretaria de Estado de la Administración Bush- llegara a Trípoli para entrevistarse con el régimen de Gadafi, Clinton llegó ayer al (mismo) olor del petróleo (de altísima calidad) libio.
Tras ser recibida por el presidente del Consejo Nacional de Transición, la actual jefa de la diplomacia estadounidense mantuvo un encuentro con el ministro de Finanzas y de Petróleo, Ali Tarhuni.
Un alto responsable del Departamento de Estado de EEUU declaró, a bordo del avión que trasladó a la comitiva desde Washington a Trípoli, via Malta, que Washington quiere debatir con el nuevo régimen «la manera de intregrar plenamente a Libia en la economía mundial del siglo XXI de una manera transparente, para que las riquezas petrolíferas sean utilizadas en beneficio de todos los ciudadanos libios (sic)».
EEUU comparte con sus aliados occidentales otra obsesión complementaria, la de lograr que las distintas facciones que han luchado contra el régimen de Gadafi se coordinen y eviten que el nuevo régimen caiga en el abismo de las luchas intestinas, lo que comprometería seriamente los planes respecto a Libia y podría suponer un balón de oxígeno para los restos del viejo régimen, que resisten en Sirte y en otros enclaves. GARA