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TRAS LA DECLARACIÓN DE AIETE

Una estrategia para desactivar las pirañas

Rajoy tiene suerte de que quienes dentellean a otros estén más que interesados en llevarle a La Moncloa, pero cuando llegue allí ya no estará tan a salvo.

Iñaki IRIONDO

Al ritmo que van las cosas Mariano Rajoy va a encontrarse con la mesa puesta y la comida caliente en la cocina cuando llegue a La Moncloa. Y para no tener que desdecirse mañana de lo que haya dicho hoy, opta por despejar los balones. Pero, ojo, ni siquiera eso le pone a salvo de las pirañas que ha ido coleccionando en el bidé.

No era posible convocar a los medios en Abadiño y eludir cualquier referencia a ETA, como probablemente le hubiera gustado. Así que el candidato a presidente del Gobierno por el PP decidió evitar el terreno pantanoso de la Conferencia Internacional de Donostia y resguardarse en lo que consideraba que era un valor seguro: «Para mí -declaró Rajoy- lo único que a estas alturas, después de lo que hemos vivido, puedo decir que es sustancial e importante, es un comunicado de la organización terrorista diciendo en qué fecha cesa su actividad criminal de manera incondicional y definitiva».

Repasen la literalidad de la exigencia de Rajoy a ETA: «cese de su actividad criminal de manera incondicional y definitiva». «Cese definitivo de la actividad armada», recoge la Declaración de Aiete. El vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, puso ayer el grito en el cielo porque la Conferencia Internacional demandaba a ETA que «deje la violencia en lugar de reclamar su disolución». Y los diarios de cabecera del partido insistían en que «ni siquiera pide la disolución de la banda ni la entrega del arsenal». Tiene suerte Rajoy de que todos ellos estén más que interesados en verle como próximo presidente del Gobierno, porque si no estaría sintiendo ya sus dentelladas, lo que puede ocurrirle en el futuro.

El problema es que los mordisquillos a Rajoy van a tener su efecto mariposa en la realidad vasca. De ahí la importancia de que para cuando llegue a La Moncloa no sólo esté la mesa puesta y la comida caliente en la cocina, sino, sobre todo, de que la izquierda abertzale haya puesto más confianza en su propia estrategia unilateral, en la activación de una mayoría social en Euskal Herria y en la búsqueda de complicidades en la comunidad internacional que en la voluntad del gobierno español de turno. Se trata de que cada avance no tenga marcha atrás, lo quiera o no quien se siente en el bidé.

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