Cristina Maristany Escritora
Libertad
También quiero felicitar a ETA por su comunicado claro, rotundo y por su valentía, ya que después de más de 50 años no es tan fácil esa toma de decisión La autodeterminación, el derecho a decidir del Pueblo Vasco, no puede negarse por más tiempo, no existe ninguna excusa que lo justifique
Son momentos históricos y maravillosos los que estamos viviendo. A medida vayan pasando los días, iremos comprendiendo en profundidad el significado que ese importantísimo 20 de octubre de 2011 va a tener en Euskal Herria.
El papel de la izquierda abertzale en estos últimos tiempos, su lúcido y meditado análisis que ha conducido a la toma de postura que ha clarificado y llenado de esperanza el futuro del Pueblo Vasco contrasta con algo absolutamente inconcebible: que el mayor valedor conocido de esa trascendental decisión, Arnaldo Otegi, permanezca preso junto con todos los que han participado y luchado durante tanto tiempo para que la solución de la vía pacífica cristalizara. Otegi dijo en el juicio por el «caso Bateragune» algo muy importante: «Los sectores que no tienen argumentos políticos necesitan imperiosamente que la violencia sea posible; nosotros, no». También dijo: «Si impulsar una estrategia de corte solo pacífico y democrático es delito, entonces somos culpables». Ahora, todos se apuntarán el logro conseguido. ¡Qué más da! Lo importante es el camino recorrido para desbloquear lo que un sector cavernícola del Estado español impedía incansablemente. Por fin se puede avanzar hacia la libertad y la democracia verdadera y, bienvenidos todos: los partidos, movimientos sociales, sindicatos, abertzales y no abertzales, la iglesia, las víctimas, los jóvenes que van a iniciar los logros que ya se intuyen, la propia ETA y, por supuesto, los más de 700 presos políticos vascos desperdigados por toda la geografía y, sobre todo, la ciudadanía vasca, que por fin va a poder ser ella misma. Aún existe recelo en algunos escépticos tras tanta manipulación y constante bombardeo informativo de intoxi- cación que les hace dudar de esa etapa ilusionante, aunque no exenta de dificultades que habrá que ir sorteando.
Yo no olvido a las víctimas, ya que la desaparición de sus seres queridos es terrible, y su recuerdo permanece pese al paso de los tiempos. Tampoco puede ignorarse que más de la mitad de sus muertos, 829, los han tenido los luchadores vascos y, aunque el número sea inferior, los más de 700 presos repartidos en los lugares más lejanos, y el sufrimiento de sus familiares, que se juegan la vida recorriendo miles de kilómetros semanalmente sin siquiera tener la certeza de poder verles. Es una ley cruel inventada como un instrumento de tortura más.
Asimismo, los asesinados por el terrorismo de Estado, el GAL, los enterrados en cal viva, etc... no pueden olvidarse. Pese a tanta desgarradura, creo que es hora de mirar hacia delante para emprender con audacia, ilusión y firmeza, la nueva andadura y centrarnos en ese futuro tantas veces soñado y pensado y que, por fin, es una realidad tangible que se abre a ese gran pueblo, el Pueblo Vasco.
Aunque nadie se atreva a decirlo, yo también quiero felicitar a ETA por su comunicado claro, rotundo y por su valentía, ya que después de más de 50 años de existencia no es tan fácil esa toma de decisión. En su anuncio del cese definitivo de la lucha armada deja a partir de su comunicado la lucha en manos de la ciudadanía vasca. Creo sinceramente en la madurez de la izquierda abertzale y en la madurez de ETA. Lo demandado por el grupo internacional se ha cumplido tal como se le había pedido, ahora falta que cumplan los gobiernos, el español y el francés y, sobre todo, lo más importante, que sea la unión del Pueblo Vasco, de esos miles y miles de personas que, eso lo sabemos, marchando unidas en un proyecto común, lo convierten en realidad. La autodeterminación, el derecho a decidir del Pueblo Vasco, no puede negarse por más tiempo, no existe ninguna excusa que lo justifique, y la situación de los más de 700 presos políticos vascos es ya un SOS de urgencia, no puede mantenerse esta situación que ha sido denunciada dentro y fuera del Estado español.
Siempre solía acabar mis intervenciones con algo así: «Cuando llegue por fin la paz a Euskal Herria, nos preguntaremos por qué ha tardado tanto». Por fin ha llegado. La violencia y la represión pertenecen al pasado, siento una enorme alegría y quiero abrazaros a todos. Termino el artículo parafraseando una canción de Atahualpa Yupanqui que ronda todo el día por mi cabeza: «Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar, y una tierra muy hermosa que se llama libertad».