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Internacional

El «soccer», a la tercera

El gran portero Carmelo Cedrún probó en EEUU justo cuando estaba a punto de retirarse con 37 años.

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Joseba VIVANCO

La Major League Soccer (MLS) estadounidense ha terminado su fase regular esta semana y a partir de ahora diez equipos se jugarán levantar la copa de campeón, en una temporada calificada de apoteósica, con gran afluencia de público, estadios llenos en la costa noroccidental del Pacífico y grandes rivalidades entre los equipos más destacados a uno y otro lado del país, el Galaxy de Los Ángeles del mejor asistente de la competición, David Bekcham -que acaba contrato a sus 36 años-, y el Red Bulls de Nueva York de los ex-barcelonistas Thierry Henry y sus 16 goles o Rafael Márquez.

En su décimosexto año desde que arrancara la competición como tal, la afición ha ido en aumento y prueba de ello fueron los 64.140 espectadores, la tercera mayor asistencia registrada en la historia de la MLS, que se congregaron en el estadio CenturyLink Field para presenciar el último partido que esta temporada disputó el Sounders en Seattle, donde la organización rindió un homenaje al guardameta Kasey Keller por su retirada de los terrenos de juego.

Pero el éxito aún incipiente de una competición geográficamente vastísima tuvo unos inicios, unos orígenes, en cuyo embrión tomaron parte un puñado de jugadores europeos, entre ellos un par de ellos vascos.

Para promocionar este deporte en EEUU, surgió en los años sesenta una iniciativa consistente en una liga veraniega con equipos procedentes de distintas partes del mundo. La primera edición de aquella llamada International Soccer League fue en 1960, con el Kilmarnock escocés junto al Burnley inglés, el Olympique de Niza, los locales del New York Americans, el Bayern de Munich o el Glenavon irlandés. Espanyol, Oviedo o Valladolid llegaron a participar en alguna edición. Duró hasta 1965 y fue el germen de la posterior liga doméstica.

Dos intentos fracasados

Al rebufo del Campeonato Mundial de Inglaterra de 1966, televisado en color para los Estados Unidos, un grupo de empresarios volvió sus ojos hacia la numerosísima colonia de descendientes europeos en el país. Y de ahí surgió la primera North American Soccer League, aunque con reglas un tanto diferentes a las europeas, pues cada vencedor sumaba 6 puntos y otro por gol anotado. Pero aquellas asistencias de entre 7.000 y 15.000 espectadores, en estadios para más de 40.000 personas, no garantizaban el éxito financiero.

Lo que sí posibilitó es que al celebrarse entre marzo y agosto, muchos jugadores del Viejo Continente aprovecharan para dar el salto y probar en aquella liga, algo que incluso hizo el entrenador Ferdinand Daucik, quien fuera campeón con el Barcelona y Athletic de Bilbao, que se llevó a su hijo y más tarde hubo de pedir ayuda a su yerno, el gran Ladislao Kubala, quien viajó a probar a EEUU junto a sus vástagos Branko y Laszika, con los que llegó a jugar en el Toronto.

Un club en el que también probó en 1968 el guardameta donostiarra Juan María Benegas (1934), ex-del Sanse y otros equipos donde dejó gran recuerdo como el Valladolid, y el último el Hércules, antes de embarcarse en esta singladura americana.

Pero si el nombre de un jugador vasco sobresale en aquella aventura fue el del gran cancerbero durangarra Carmelo Cedrún (1930), después de que Iribar le retirase de la portería de San Mamés, se fuera al Espanyol y de ahí, cuando ya estaba presto a retirarse a sus 37 años, a Baltimore. José Ignacio Corcuera cuenta en ``Pioneros españoles en el fútbol USA'' que Carmelo, «por si acaso les asustaba su edad, se agenció un pasaporte y fe de vida donde sólo confesaba 28 primaveras, subió al avión y defendió el nuevo marco».

El propio portero contaría después, a su vuelta, su experiencia: «Cobré 20.000 dólares, fuimos subcampeones y pretendían renovarme por otra temporada más. Pero no estoy loco. Voy disparado hacia los 40 años, aunque allá crean otra cosa, y por mucho que haya jugado allí 48 partidos, me faltan reflejos. Toca decir adiós».

El regreso del mítico Cosmos

Pero a pesar de aquellos prometedores inicios, de los impulsos y el marketing, en 1969 el campeonato se vino abajo, lo mismo que ocho años más tarde cuando se intentó de nuevo, pero esta vez llenando de estrellas su firmamento balompédico. Fue el famoso Cosmos, fundado en 1971, quien enarboló esa bandera de la mano de un O Rei Pelé retirado del Santos, hasta su asfixia económica en 1984.

El club vivió su periodo de máximo apogeo entre los años 1975 y 1980, cuando logró atraer a los mejores futbolistas del planeta a la ciudad de Nueva York. Primero vino Pelé, luego Carlos Alberto, lo hicieron Franz Beckenbauer o Johan Cruyff por un breve intervalo, Johan Nesskens y el genio del gol italiano Giorgio Chinaglia, llenando una y otra vez las 80.000 localidades del estadio de Meadowlands para erigirse en lo que un periodista de la época denominó «el equipo más glamuroso del fútbol mundial».

Hoy, todo apunta a que el Cosmos quiere regresar para 2013 a la MLS y ser el vigésimo equipo de una competición que gana enteros y público. «Si la MLS sigue contratando a grandes jugadores europeos, se pondrá a la altura de las mejores del mundo», ha manifestado su banderín David Beckham, emulando una filosofía que ya falló hace unas décadas. Veremos ahora.

De balones con nombre propio y de cómo arrebatárselos

Cristiano Ronaldo, guapo, bueno y rico -como una `peli' de Clint Eastwood-, está a un sólo gol de los 100 en el Real Madrid -si es que no lo anotó anoche- y como dijo cuando le preguntaron por qué no se llevó el balón tras su nuevo triplete ante el Málaga, «ya no me queda sitio». Guapo, bueno, rico... y chulo. Hubiera quedado mejor si su técnico Mourinho hubiera obrado como el inefable Brian Clough, quien en una ocasión sustituyó a Martin O´Neill, actual entrenador del Aston Villa, en un partido del Forest cuando había marcado dos goles e iba a por el hat trick; el jugador se enfadó y preguntó por qué le había sustituido. La respuesta, made in Clough: «Para ahorrarle dinero a la Federación, porque a este paso tendrían que haber comprado otro balón. Uno para ti y otro para el resto». Lo de un balón para el resto y otro para ellos es cosa del Barça: tras el triunfo ante el Granada, cumple doscientos partidos oficiales ganándole la posesión de balón al rival, 198 de la era Pep y 2 con Rijkaard.

Un récord que sí ha caído es el del portero de Bayern Munich, Manuel Neuer, que puso fin a su racha imbatida de 770 minutos tras encajar un gol de penalti, en la derrota de su equipo en la Bundesliga. Desde los once metros también anotó otro protagonista en la Premier, Heidar Helguson, el islandés que marcó el gol que selló la primera victoria del recién ascendido Queens Park Rangers -se lee Réinyers- contra el subcampeón, el Chelsea (1-0). El líder en el City, que humilló 1-6 al ManU -que llevaba 19 victorias seguidas en Old Trafford-, y que suma un empate y ocho victorias al ritmo de: 1-6, 4-1, 0-4, 2-0, 3-0, 1-5, 2-3 y 4-0. En la Ligue 1 francesa el que está imparable es el PSG, tras hilvanar diez partidos sin derrota y cinco victorias seguidas.

En la Eredivise holandesa disfrutamos de un Ajax-Feyenoord, con dos ex-culés en los banquillos, De Boer y Koeman, y un viejo conocido como segundo de los de Amsterdam, el que fuera gran goleador Denis Bergkamp, que sigue viajando en coche a los partidos porque tiene fobia a los aviones o ni siquiera viaja. Un gran jugador de quien su viejo capitán en el Arsenal campeón, el duro Tony Adams, dijo en vísperas de un Inglaterra-Holanda: «Es un hombre tan agradable... Tiene una familia maravillosa y es todo un caballero. Va a ser muy duro tener que patearle».

Vamos, casi casi como el bueno de `Bernardo' Schuster opinó una vez sobre cómo frenar a Messi: «O le das una buena y lo levantas dos metros o no le paras». Menos mal que en el fútbol de hoy ya casi no hay jugadores como Roberto Moreno, un argentino que jugaba en los años sesenta y del que su entrenador decía que jugaba tan duro, «que te pasaba la pelota con contrario y todo». J.V.

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