Tras la histórica declaración de ETA
«La amnistía tiene que ser un nuevo punto de partida para un tiempo de paz»
Ex presos políticos vascos
Ambos ex presos insisten una y otra vez en que su única función fue representar al Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos en la firma del Acuerdo de Gernika y que deberán ser sus propios interlocutores los que respondan a una valoración sobre el nuevo escenario político. Saludan la implicación internacional, el paso de ETA y llaman a la movilización social.
Agustín GOIKOETXEA | GERNIKA
Gloria Rekarte y Jon Agirre son claros: «El Colectivo aceptará siempre salidas colectivas. Entrar en más detalles requiere hablar con su propia interlocución. Ellos deben debatir y decidir lo que acuerdan, y cómo lo hacen, en cada momento».
¿Qué creen puede aportar ahora el EPPK al desarrollo del Acuerdo de Gernika?
Es una de las partes más implicadas como militantes independentistas que son, y pueden aportar su voluntad de solución, estando presentes en esa resolución, en los debates y en todos los pasos que se den.
En el Acuerdo se denuncia la política carcelaria y se detallan también fórmulas para obtener libertades condicionales, lo que el Estado denomina «beneficios penitenciarios». Por contra, el Ministerio de Interior alega que históricamente los presos políticos vascos se han negado a pedirlos. ¿Qué le responden?
No pueden hablar de «beneficios penitenciarios» que los presos se hayan negado a pedir o admitir, porque ni siquiera les han dado la opción. Se les ha aplicado desde siempre una política específica de castigo para ellos y sus familiares; la última, la dispersión. Lo que tienen que hacer es desactivar esa política de guerra, que no tiene otro objetivo que el sufrimiento por el sufrimiento. No hay más que recordar los presos y los familiares que han fallecido; esas otras víctimas del conflicto. Los presos no deben tener beneficios, sino sus derechos respetados.
El Gobierno español recalca que no habrá amnistía como tal. Cuando EPPK habla de amnistía, ¿qué contenido le da?
Es una de las cuestiones con las que al Gobierno le gusta demostrar una postura de fortaleza e inmovilismo. La amnistía tiene que ser un nuevo punto de partida para un tiempo de paz. Ya sabemos que no la van a declarar y no va a llegar el día en que todas las puertas se abran a la vez, pero hay mecanismos legales, como han hecho otras veces, para que los presos estén en la calle. La amnistía significa ese punto de partida hacia un nuevo panorama político, hacia un nuevo proceso en un futuro de paz verdadera sin vuelta atrás. Mientras esto no se dé, esa paz no va a llegar, no va a estar ahí.
La firma del EPPK fue recibida por todo lo alto por el resto de miembros del Acuerdo de Gernika ¿Qué conclusión extraen?
Ha habido una acogida muy buena y eso significa que al Colectivo se le reconoce como a un agente político del conflicto al que se le está dando paso para que participe de alguna manera en la resolución.
Como ex presos, ¿les crea alguna contradicción compartir esta iniciativa con agentes que durante años quizás no han tenido la cuestión de los presos en primer punto de sus agendas? ¿Cómo es la relación?
Ninguna contradicción, en la medida de que todos estamos trabajando por una resolución, por una solución. Creemos que unos y otros nos reconocemos mutuamente el esfuerzo.
¿Cómo valoran que se impidiera el contacto entre los interlocutores del Acuerdo y el EPPK?
Es una práctica de siempre, impedir que los presos tengan contacto con los agentes políticos, sociales y sindicales. Nunca les ha interesado y lo han boicoteado. Les resulta incómodo el Acuerdo de Gernika en sí y más la suma del EPPK al mismo.
Cuando el Colectivo reivindica su papel como agente político, ¿qué quiere decir en la práctica?
Con la receptividad que se ha demostrado por parte de todos los agentes, y de otras fuerzas políticas que incluso no son firmantes del Acuerdo de Gernika, hacia el paso que ha dado el Colectivo al firmarlo, creemos que ahí está implícito el reconocimiento del EPPK como un agente político. En la práctica quiere decir que tienen derecho a intervenir y a participar en la resolución del conflicto, en las decisiones, en los debates...
La izquierda abertzale indica en su último documento que hay que resolver la situación de los presos sin esperar a acuerdos políticos. ¿Hay contradicción con la línea anterior?
No la hay en la medida en que se ha aprendido de procesos anteriores, en los que los presos no han sido más que mera moneda de cambio por parte del Estado, con los que se ha jugado aún más de lo que se hacía hasta entonces. Hasta el momento se ha aplicado una política criminal que ha costado sus víctimas, muchas, y mucho dolor. En este momento no hay ninguna excusa a esa política, tiene que desaparecer y los presos tienen que empezar a formar parte de este proceso de manera inmediata, no es cuestión de esperar. Si el proceso está en marcha, tienen derecho a empezar a tomar parte en él, no más adelante cuando esté más o menos resuelto.
¿Qué impacto ha tenido en el Colectivo prácticas como la «dotrina Parot»?
Añadir más sufrimiento. A fin de cuentas, ni la «doctrina Parot» ni ninguna otra política carcelaria, ni ningún castigo, como ha pasado hasta ahora, va a impedir participar en organizaciones criminalizadas o tomar parte en la propia lucha armada. Es el sufrimiento por el sufrimiento lo que acarrea esta cadena perpetua, lo que supone de deterioro físico, de sufrir a lo largo de muchos años.
El TC está pendiente desde julio de resolver los recursos contra la «doctrina Parot». ¿Qué decisión se puede esperar?
Lo que correspondería tanto al nuevo tiempo como al respeto a los derechos humanos sería la anulación de esa doctrina.
La decisión de ETA ha cambiado todo el escenario, ¿la cuestión de los presos debe ser ahora el primer punto a abordar?
Debe ser abordada al margen de todo, antes de las elecciones y antes de nada. ETA lo único que hace es desnudar y dejar sin argumentos muchas situaciones que se estaban «justificando» de cara a incidir sobre los presos políticos vascos.
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