Un total de 17 camiones de la Media Luna Roja con ayuda humanitaria para los damnificados del seísmo en Kurdistán Norte fueron saqueados ayer por una multitud desesperada en la ciudad de Van y en la localidad de Ercis, los dos enclaves más afectados por el seísmo.

Mientras tanto, la cólera crecía entre la población kurda y el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, tuvo que reconocer deficiencias y errores en la gestión de la catástrofe. «Al comienzo, en las primeras 24 horas, ha habido insuficiencias, lo reconocemos», señaló el jefe de Gobierno turco.

La población kurda denunció la lentitud en la distribución de tiendas de campaña y de ayuda y acusó a Ankara de dejar en evidencia la discriminación étnica. «Nos tratan como a bestias», denunciaba un vecino que seguía sin recibir alimentos.

En la aldea de A Guvecli, de 1.800 habitantes, el temblor de tierra no ha dejado una sóla casa en pie. El hecho de que la mayoría de sus habitantes asistieran a una boda propició que «sólo» haya 15 víctimas mortales pero los servicios de ayuda seguían brillando ayer por su ausencia. Cuatro días después del seísmo, sólo les habían suministrado 35 tiendas de campaña para toda la población. El Gobierno turco ha tenido que dar marcha atrás y aceptar las ofertas de ayuda de una treintena de gobiernos, incluido Israel.

Supervivientes

En Ercis, el rescate de nuevos supervivientes ofrecía un hilo de esperanza entre los familiares de los desaparecidos .

A primera hora de la mañana fue rescatada con vida una profersora de 27 años. Horas antes fue rescatado un joven estudiante de entre los escombros.