La Real vivió con la mayor crueldad la importancia de las inercias en el fútbol. El Levante está en una positiva en la que todo le acompaña y eso le dio su séptima victoria consecutiva cuando el equipo de Montanier hizo todo lo que se le puede pedir para ganar, menos los errores de los goles que costaron la derrota.

La irregularidad de un Bravo que había comenzado bien la temporada tuvo que aparecer en el día más inoportuno al fallar en dos de los tres goles, pero eso pasa cuando un equipo está en racha negativa, que hasta se le pincha la rueda al avión y tiene que aplazar un día el viaje.

Es algo tan difícil de explicar como que la Real no ganara en su mejor partido de este difícil inicio liguero. Marcó dos goles, envió dos balones al larguero, remató 16 veces, presionó bien la salida de balón, se adaptó a un campo que no le conviene, atacó con criterio y reaccionó a los dos primeros goles del líder.

Pero cuando parecía que Iñigo Martínez premiaba en el minuto 87 el buen partido de la Real, en el último suspiro una falta tonta de Zurutuza fue aprovechada por Rubén Suárez para demostrar que cuando un equipo está en racha todo le sale y que cuando otro está en la negativa su portero no coloca bien una barrera ni reacciona a un tiro lejano. Bueno, pero parable.

Por eso y por los errores defensivos, la Real perdió y el Levante evidenció que ahora es el peor rival para cualquier equipo. Pero dentro de la dureza de la derrota, hay que sacar conclusiones positivas porque si la Real juega así la racha se romperá.

Vuelta a los principios

Porque el partido vino a confirmar que la idea original de Montanier es válida. Volvió a sus principios y desde el primer momento se comprobó que la forma de juego elegida en la pretemporada y en el inicio liguero es la única que ha funcionado a la Real hasta el momento. Volvió al 4-3-3, pero más importante que el sistema fue la actitud del equipo, que salió consciente de la importancia del encuentro y dio un paso adelante, presionó donde debe hacerlo y eso le permitió llegar fácil al área del Levante.

Además le salieron bien sus dos sorpresas de la alineación. La movilidad de Carlos Vela fue un problema que no supieron resolver Ballesteros y Nano y, en un gran servicio de Aranburu al mexicano, éste forzó el error de Munúa y Estrada marcó. El gol reforzó la confianza de los blanquiazules, que en los siete primeros minutos tuvieron otras dos claras ocasiones en un remate de Vela que despejó Munúa y un lanzamiento al larguero de De la Bella. Para rubricar un gran cuarto de hora, a Zurutuza se le fue por poco un buen disparo desde fuera del área.

A partir de ese momento, el Levante consiguió equilibrar el partido y acercarse al área de Bravo, más por errores de los jugadores defensivos realistas que por méritos propios. Así malas acciones de Carlos Martínez, Demidov y Mariga posibilitaron las tres primeras opciones del Levante con peligro. En una de ellas, Barkero, -¡qué gran error que no esté en la Real!- envió el balón fuera. Protagonizó además la ocasión más clara del Levante del primer tiempo al enviar un disparo que encontró una buena respuesta de Bravo. Parecía que la Real necesitaba el descanso como un boxeador tocado la campana, pero pudo irse por delante al vestuario con más ventaja tras un cabezazo de Iñigo Martínez al larguero.

Cinco minutos fatales

La Real comenzó bien el segundo tiempo y tenía el partido controlado, pero se tuvieron que suceder cantidad de circunstancias para que el Levante empatara en su primera aproximación al área. Carlos Martínez concedió un corner cuando podía despejar el balón sin problemas, el árbitro no señaló una falta de Ballesteros a Mariga, De la Bella despejó mal y Nano tuvo la fortuna de que su intento de centro golpeó en el lateral y cogió una parábola que tampoco justifica el error de Bravo de medir mal y permitir el gol.

La Real, que había acusado demasiado los últimos goles encajados, no se vino abajo y buscó el área rival, donde Vela tomó una mala decisión y provocó una contra en la que Mariga no entró a Barkero y le permitió poner un centro perfecto para que Valdo empañara el que hasta ese momento era el mejor partido de Alberto de la Bella.

Era un duro golpe, porque por méritos sólo la Real podía estar por delante, pero volvió a reaccionar bien y atacó con fe hasta el empate de Iñigo Martínez. Incluso parecía más cerca la victoria en un cabezazo de Llorente a centro de Vela. Era escaso el punto para los méritos, pero en el último suspiro se escapó en otro duro golpe que la Real debe saber encajar. El de ayer es el buen camino y con ese juego y actitud la racha cambiará.