Más de 300 personalidades, tanto vascas como de otras naciones, han expresado su apoyo al manifiesto que la iniciativa Egin Dezagun Bidea ha elaborado de cara a la jornada de movilización general convocada para el 7 de enero. Una movilización que tendrá en las calles de Bilbo su principal punto de referencia, pero cuyo eco llegará hasta todos los rincones de este país. Dado el volumen de adhesiones cosechado hasta ahora, y cuando aún faltan dos meses en los que se van a multiplicar las iniciativas destinadas a preparar la cita, no es arriesgado pensar que se tratará de una de las mayores movilizaciones populares en la historia de Euskal Herria.

La sociedad vasca ha expresado en numerosas ocasiones y de forma masiva su apoyo a los presos políticos vascos. Desde pequeñas movilizaciones en barrios y pueblos, en plazas, empresas y centros de enseñanza, hasta multitudinarias manifestaciones de carácter nacional. Es imposible cuantificar el número de personas que en las últimas décadas han expresado su solidaridad con los prisioneros, y que, del mismo modo, han demandado que se respeten sus derechos. Esa demanda, que los estados español y francés, que siempre han hecho de la política carcelaria una herramienta de chantaje político, han despreciado, cobra especial fuerza en un momento histórico como el actual, en el que ETA ha cesado definitivamente sus acciones armadas y la esperanza de que se alcance un escenario de paz y democracia se va asentando entre la ciudadanía.

En ese camino, para lograr que la política penitenciaria que aplican ambos estados contra el Colectivo de Presos Políticos Vascos se sitúe, no en clave de venganza sino de resolución, será determinante que el 7 de enero una auténtica marea humana desborde las calles de la capital vizcaina. El testigo hace tiempo que está depositado en la sociedad vasca, y ésta lleva muchos años demostrando que se puede confiar en ella.