Para Merkel la crisis financiera también se ha convertido en una crisis política
Ingo NIEBEL |
Sea el rescate del euro o una Unión Europea a dos velocidades o una zona euro sin Grecia, todas las opciones dependen de lo que decide Berlín y, en concreto la canciller democratacristiana, Angela Merkel (CDU), y su socio de Gobierno, el liberal Philipp Rösler (FDF), a la sazón ministro de Economía. Aunque de cara al resto de la UE, el Ejecutivo alemán podría aparecer fuerte e incluso omnipotente, hacia dentro no lo es. Tanto la jefa de Gobierno como su vicecanciller Rösler están pasando por sendas crisis políticas en el seno de sus respectivos partidos. El sábado, el FDP quiso solucionar la suya en su congreso en Frankfurt, mientras que la primera intentará hacerlo a partir del lunes en Leipzig.
El FDP, que en las elecciones generales de 2009 rozó los 15 puntos, se mueve actualmente en torno al 3% y no podría volver al Bundestag. Esta crisis llevó hace medio año a la dirección del partido a un grupo de treintañeros encabezado por Rösler, pero sin efectos positivos. Aunque mantiene cinco ministerios, Economía y Exteriores -dirigido por el ex presidente Guido Westerwelle-, entr otros, la impronta liberal no se ve en la política alemana. «Se han acabado las lágrimas, es tiempo de guardar los pañuelos», ha sido la frase más citada de Rösler.
Además, su militancia está dividida. Para el 17 de diciembre sus 65.000 afiliados habrán decidido si están de acuerdo con el rescate del euro, promovido por Rösler, o no. Si gana el no, el FDP tendría que dejar la coalición con Merkel y la crisis política habría llegado a su máximo nivel. Si vence el sí, Rösler habrá ganado tiempo hasta los comicios regionales de mayo.
También su socia Merkel se enfrenta a un congreso complicado. Sus bases no han aceptado el giro político en contra de sus valores tradicionales: El adiós a la energía nuclear o el establecimiento de un salario mínimo, una idea que podrían tumbar sus delegados y que no descarta su presidenta. Tampoco su política de rescate del euro convence a los suyos que, como el 80% de los alemanes, temen por sus ahorros. Hasta ahora Merkel ha gobernando con la ayuda de la oposición pero no con el respaldo de los suyos.
Sobre las cabezas de Merkel y Rösler pende una espada de Damocles que podría ser la fundación de un nuevo partido que reúna a los euroescépticos de la CDU y del FDP. Su promotor ya ha contactado al menos con un destacado diputado democratacristiano que ha rechazado públicamente participar en este proyecto. Mientras tanto, el Gobierno alemán se prepara para la salida de Grecia de la zona euro.