ANÁLISIS | Grecia y otros países europeos en crisis
Fondo de rescate y crecimiento
Tras analizar los principales indicadores económicos de los países europeos en crisis, el autor establece tres grupos diferenciados, aunque en todos ellos constata grandes dificultades para recuperar su potencial de crecimiento, más aún si se aplican medidas de ajuste. Si se produce la quiebra de la economía griega y, en su caso, de la portuguesa, es muy probable el «contagio» a las economías italiana y española y, en esa situación, el fondo de rescate de 1 billón de euros sería insuficiente
Anton BORJA Profesor de EHU-UPV
La crisis europea se manifiesta en diferentes países, pero con diferencias sustanciales. Se pueden señalar tres tipos de economías en crisis.
Caso irlandés. Habiendo sufrido un «rescate» con la inyección de 45.000 millones de euros, en la actualidad tiene problemas de liquidez (falta de dinero para pagar las deudas) para financiarse mediante los mercados financieros, utilizando préstamos del BCE y del FMI. Pero la economía irlandesa es solvente, dado que, prácticamente, no tiene déficit exterior gracias al aumento de las exportaciones y al retroceso de la demanda interior. A señalar que ese retroceso está muy relacionado con los costos sociales sufridos para cumplir las condiciones del rescate, tales como emigración de irlandeses a Australia, aumento de la pobreza y del paro, etc.
El fondo europeo EFSF le presta 11.500 millones de euros en 2.011 y 5.000 millones en 2.012. Además, utiliza el ahorro doméstico para financiar su déficit público y garantizar la solvencia externa dada la mejora de su comercio exterior. De este modo, la crisis de liquidez se solventa con préstamos con tipos de interés a la baja y no influye en su solvencia económica.
Caso griego y portugués. En ambos, estamos ante economías insolventes y su actual estructura económica hace imposible recuperar la solvencia. Son países con estructura industrial y potencial de crecimiento débiles, si atendemos a la contracción de la industria en los últimos quince años, a la balanza por cuenta corriente y a la deuda exterior. Todo ello conlleva problemas en las finanzas públicas: déficit público del 8% para Grecia y del 6% para Portugal, respectivamente; y, deudas públicas de 170% y de 110% del PIB, respectivamente. La conjunción de deudas privadas y deudas públicas estrangula el posible crecimiento económico, colaborando, asimismo, la no existencia de créditos para sostener la demanda. Existen, por tanto, problemas de solvencia presupuestaria y solvencia económica, especialmente en Grecia. Los problemas de solvencia no se pueden solucionar con la salida del euro y la devaluación de la moneda, dada la debilidad de las exportaciones y el tamaño de las importaciones. Ni tampoco con la quiebra parcial de la deuda pública, puesto que el déficit exterior es mucho más importante que los intereses pagados sobre la deuda exterior a los no residentes.
La decisión adoptada en octubre de que los bancos acreedores de deuda soberana griega aceptaran una quita del 50% del valor de dicha deuda (cerca de 100.000 millones de euros) supondría un alivio para los griegos, si no fuera por las condiciones impuestas (plan de austeridad, de nuevo). Pero el problema fundamental permanece, ya que en 2020 la deuda será del 120% del PIB.
Si países como Grecia y Portugal son insolventes, al no abordarse adecuadamente, se producirá una quiebra económica y mayor degradación social. Sólo queda la solidaridad de otros países, un cierto federalismo europeo. Según Natixis, hace falta una transferencia permanente de recursos, del orden de 20.000 millones de euros anuales para Grecia y de 15.000 millones de euros para Portugal. Aunque parece difícil con la dinámica neoliberal dominante.
Caso italiano y español. Ambas son economías insolventes, pero pueden ser solventes en determinadas condiciones. En el caso italiano, en 2010, aumenta su deuda exterior, alcanzando el valor del 20% del PIB; la deuda pública es del 120% del PIB y el déficit público del 2,5% del PIB. A considerar que la industria italiana tiene un peso económico relevante, 17% del valor añadido total y 20% del empleo total, lo que facilita la recuperación de su solvencia económica. El programa presupuestario puesto en marcha, aunque el crecimiento sea débil, hará posible disminuir la deuda pública y el déficit.
Las medidas adoptadas por el Gobierno incluyen: aumento del IVA (del 20 al 21%), aumento de las tasas sobre plusvalías financieras; incremento de tasas sobre tabaco y loterías; aumento del impuesto de sociedades en ciertos sectores; y reducción de gastos fiscales. En el área de los gastos públicos, se aplica la congelación salarial en la función pública hasta 2014; y reducción de gasto municipal y regional, entre otros.
En el caso español, se parte de una deuda exterior del 60% del PIB y un déficit de la balanza por cuenta corriente del 4% en 2011, cuando en 2009 era del 8%. A pesar de cierta mejoría, el potencial de crecimiento sigue estancado para los próximos años. En el campo de la deuda privada, en 2011, la deuda que acumulan las familias es del 83% del PIB y la deuda de las empresas, del 140%. Lo que contrasta con el volumen de beneficios empresariales que, en 2010, alcanzó la cifra de 51.000 millones de euros. La deuda pública, en 2011, es aproximadamente de 660.000 millones de euros y el déficit presupuestario de 64.000 millones.
Respecto a la deuda pública, conviene señalar que los tipos de interés pagados a los compradores, cuando es deuda a corto plazo, oscila en 2-3%; en cambio, la deuda a largo plazo (diez años), alcanza valores del 6%. Por ello, el volumen de intereses a pagar en 2011 se acerca a los 18.000 millones de euros, teniendo la deuda pública española una duración media de 6,6 años, lo que supone de lastre para el buscado crecimiento.
El panorama global de la economía española, por tanto, aunque no se mueve en los parámetros de la economía griega y portuguesa, tampoco se puede afirmar que tenga una «salida» clara, dado que la situación de la deuda privada y pública, junto con el débil potencial de crecimiento, no hacen posible recuperar la solvencia económica.
No es casualidad que ante la posibilidad de tener que recurrir al «rescate», el Consejo Europeo haya ampliado el fondo de rescate a un billón de euros. Pero recurrir a dicho fondo supone aceptar unas condiciones en la órbita de la estricta austeridad económica, lo que dificulta aumentar el potencial de crecimiento. Es sintomático, en la situación española que el aumento de las exportaciones ha estado ligado a la disminución de costes salariales del orden del 2%, en el periodo 2009-2010, influyendo también en el descenso del mercado interior.
Para concluir, señalar que los riesgos sistémicos europeos se acrecientan, dado que si se produce la quiebra de la economía griega y, en su caso, de la portuguesa, es muy probable el «contagio» a las economías italiana y española y, en esa situación, el fondo de rescate de 1 billón de euros sería insuficiente. La crisis del euro es palpable y muchos analistas consideran que con la lógica dominante de austeridad-fondo de rescate-ayudas, se profundiza el deterioro de la eurozona.
Cualquier replanteamiento de la UE pasa por la reestructuración de las deudas de varios países, junto con actuaciones institucionales que frenen la especulación de los mercados financieros dominantes y un largo etcétera de medidas que frenen y reorienten la dinámica neoliberal imperante.