Fance Soir», uno de los diarios parisinos que marcó época tras la segunda guerra mundial, se encuentra con respiración asistida. A sus 67 años, parece incapaz de sobreponerse a su último amor, Alexandre Pugachev, un jovencito ruso, hijo de la reconversión soviética al capitalismo salvaje. Llegó con una imagen tan encantadora y con tantos millones en los bolsillos que el periódico, extenuado tras tantos años de competencia, no pudo resistirse. Era o caer en sus brazos de oso eslavo, o resignarse a morir en una agonía de algo más de veinte mil ejemplares diarios, una sombra ridícula de aquel millón y medio que France Soir tiraba en los años cincuenta y sesenta.

A sus 23 años, el hijo del multimillonario Sergei Pugachev, comenzaba a labrarse su propia carrera en el mundo de la empresa, eso sí, tras una obligatoria nacionalización francesa. Al principio todo parecía ir bien, pero -¡ay maldita ley del mercado!- los millones derrochados en publicidad no han conseguido rejuvenecer al sexagenario diario, que desde hace meses languidece sin remisión en un rincón olvidado de los kioscos. La última gran idea del máximo ac cionista ha sido la de cerrar la rotativa para lanzarse a la conquista de la información en internet. Eso sí, cargándose a casi todo el personal.

Una plantilla que se quedó ojiplática el otro día cuando su presidente, entrevistado en un canal de televisión, tuvo la ocurrencia de poner a la venta el periódico a un euro y de anunciar con una cándida sonrisa que votaría en las presidenciales por Marine Le Pen porque entre otras cosas «no es una fascista». Definitivamente hay amores que matan y a «France Soir» de ésta ya no hay quien lo resucite.