«El público de San Mamés, el legendario estadio donde actúa el Athletic como local, siempre ha insultado, escupido, denigrado y vilipendiado a los rivales de origen sudamericano. Y la comprensión se dificulta hasta alcanzar un grado mayúsculo cuando se corrobora la mayor particularidad de esta institución: desde 1911 no permite que en su equipo actúen jugadores extranjeros».

Esta sorprendente aseveración prologa un extenso artículo publicado en el número de octubre de la decana revista deportiva ``El Gráfico'', editada en Buenos Aires y, según ella, la más leída en su campo en toda Sudamérica. Cuatro páginas de reportaje en las que quien firma, Roberto Sánchez, describe cómo ha sido el aterrizaje y la adaptación de Marcelo Bielsa al club bilbaino.

El texto en cuestión se limita a recoger frases y hechos ya publicados en la prensa vasca. Pero lo más hiriente es ese ataque con el que arranca el artículo y que habla de la animadversión histórica de la afición de La Catedral hacia los futbolistas de origen sudamericano.

El párrafo, recogido esta semana en un foro de internet de seguidores rojiblancos, ha motivado una cascada de comentarios contra dicha afirmación e, incluso, ha abierto un debate sobre cuál puede ser el origen de esa creencia. GARA se ha puesto en contacto con el periodista responsable del reportaje, perteneciente al diario catalán ``Mundo Deportivo'' y hasta 2001 corresponsal del mismo en la capital argentina.

Roberto Martínez aclara, antes de nada, que es hijo del que fuera jugador del mismo nombre durante seis temporadas en el Real Madrid, en el Espanyol otras tantas campañas y también internacional español.

Así, sobre su justificación para esa dura acusación, explica que «cuando hablamos de fútbol con mi padre, más cuando incorporamos a Bielsa a nuestras conversaciones, suelen aflorar anécdotas sobre el comportamiento social que tanto él como otros jugadores argentinos debían soportar en San Mamés. Se les escupía, insultaba, increpaba y vilipendiaba, como cuento en el reportaje sobre Bielsa y su actualidad en Bilbao. Lo mínimo que le gritaban era `indio' y de ahí en más, `sudaca' hijo de puta, etcétera», argumenta. «Mi padre habló de ese ambiente en varias oportunidades con colegas de profesión cuando repasaban batallitas», añade Martínez.

El periodista asegura, después de decir esto, que «la actualidad muestra que aquel comportamiento social seguramente se debería a algo puntual. Quizá relacionado con la sociedad de los años setenta. Evidentemente las cosas han cambiado. Y Bielsa es el mejor embajador que podríamos tener los argentinos en el Athletic». Y reitera sorprendentemente: «No existe animosidad alguna en mi texto. Como suele ocurrir el tiempo cura las heridas. Sí existe la admiración por el club y los valores de pertenencia que transmite».

Roberto Martínez hasta sostiene que «con mi padre nos decimos que jamás pensamos que algún día animaríamos al Athletic y celebraríamos sus goles. Pero hacemos eso cada vez que juega». Y todo por Bielsa.

En Bilbo y en todos los campos

Guarda razón el autor del artículo cuando cita que en San Mamés se dedicaban tales lindezas a los jugadores sudamericanos, pero no como asegura al afirmar en su texto que «siempre». Esos hechos se remontan a la década de los sesenta y principios de los setenta, pero ocurría en todos los campos.

En 1962, tras el Mundial de Chile, en las ligas española e italiana se cerraron las fronteras a los futbolistas extranjeros, abiertas años atrás para poder competir con la hegemonía del fútbol vasco, en una época en la que se decía aquello de «llevar hierro a Vizcaya», un antiguo dicho castellano, para expresar un despropósito y es que eso hubiera sido el traer futbolistas de fuera al Athletic, porque de Bizkaia y del resto del territorio vasco salían montones de jugadores de élite.

Pero esa prohibición de fichar a jugadores foráneos habilitó una peligrosa rendija en la campaña 1968-69 con los famosos `oriundos', sudamericanos de supuesta ascendencia española. La rendija abrió las puertas de par en par y salpicó el fútbol de falsificaciones y escándalos, cuya máxima expresión eran futbolistas que aseguraban que sus abuelos eran originarios de lugares como `Celta' o `Betis'.

Aquello crispó a numerosos clubes, porque fueron los más poderosos quienes se beneficiaron de la trampa. El Atlético de Madrid, por ejemplo, se llenó de los Ovejero, Panadero, Ratón Ayala, Cacho, Becerra, Benegas, Pereira, Leivinha, Rubén Cano... Tanto que de esa época proviene el apodo de indio, que primero se acuñó para los jugadores y luego a sus seguidores, los cuales hoy lucen orgullosos. Por cierto, aquel apelativo racista se escuchó, se dice, por primera vez, en el Helmántico de Salamanca. Y de ahí, al resto de estadios, incluido el de San Mamés.

Bien es cierto que, después, en La Catedral se han dedicado de todo menos ovaciones a nombres como Diego Simeone, Hugo Sánchez o Maradona, pero también les ha pasado a Stielike, Schuster o Cristiano Ronaldo, que de sudamericanos no tenían nada de nada, ni siquiera de `oriundos'.