Azkuna, un mal juez y un mal alcalde
Iñaki Azkuna es un mal juez. Esa era la percepción de muchos bilbainos y de muchos vascos, y con esa percepción coincide la sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 4 de Bilbo que ha declarado nulo el castigo a la comparsa Txori Barrote, a la que Azkuna, en un alarde de prepotencia, inhabilitó -igual que a Kaskagorri- para participar en Aste Nagusia en los años 2010 y 2011 por mostrar en su txosna fotos de presos políticos. Con esa decisión, el alcalde de Bilbo fue más allá que el propio Departamento de Interior de Lakua en la persecución de la solidaridad y la libertad de expresión, y la Oficina de Uso de Espacio Público, dependiente de Alcaldía, persistió en dicha persecución, con el consiguiente irreparable perjuicio a la comparsa sancionada, rechazando el recurso de la misma con un argumento que basó en un cuestionable informe de la División Antiterrorista y de Información de la Ertzaintza.
Azkuna no es juez ni por formación ni por cargo, pero se apropió de esa función y demostró que no vale para desempeñarla, como demuestra la sentencia de un juzgado bilbaino. En cualquier caso, resulta que no debía ser ni malo ni bueno. Sencillamente no debía ser juez, sino alcalde, ni más ni menos que alcalde de Bilbo, el cual, por supuesto, cuando estime necesario puede recurrir al juez, pero no suplantarlo. Por eso es también un mal alcalde.