Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico
Adiós a los Óscar
Eddie Murphy acaba de renunciar a la gran oportunidad de su vida para recuperar la popularidad perdida. Ha dicho no a los Óscar, a pesar de todo lo que representaba para él poder presentar la ceremonia ante una millonaria audiencia. Gestos así, y más en estos tiempos, nos devuelven la confianza en el género humano y su espíritu solidario, por encima del culto a la fama y el dinero.
Porque su decisión se ha visto supeditada al apoyo a su amigo y socio Brett Ratner, que hubo de dimitir como director de la gala tras unas declaraciones homofóbicas contrarias a la corrección política dominante. No pasa nada. Se le escapó en una rueda de prensa la frase: «Lo de ensayar es para maricones», y asumió el error en su modo coloquial de expresarse en desuso.
Pero lo que cuenta es la historia de amistad que ha aflorado detrás de tan inoportunas palabras. Eddie Murphy ha demostrado ser un tipo consecuente, manteniéndose fiel a su colaborador y el plan conjunto de promoción que tenían trazado, pues rodaron en equipo la comedia de acción «Un golpe de altura» como antesala a su intervención en los Óscar.
Lo que ha hecho el humorista afroamericano es comparable a lo que la actriz y cineasta Jodie Foster hizo por su querido colega Mel Gibson, otro homófobo declarado cada vez que bebe más de la cuenta. Ella sabía que, como defensora pública de los derechos de gays y lesbianas, su respaldo al deslenguado Gibson significaba la última tabla de salvación para el australiano. Y cuando nadie quería contratarle, le ofreció el papel estelar de «El castor», a pesar de que tan arriesgada maniobra no salió bien. La amistad no entiende de intereses.