Recientemente he leído la valoración de la dirección de ELA sobre las propuestas fiscales de Gipuzkoa, a las que tilda de continuistas y sin participación social, y proclama que son absolutamente insuficientes, muy alejadas de las suyas y dan cobertura política a los recortes sociales. Ante una descalificación tan sumaria conviene que repasemos los datos.

Poco más de un mes después de formarse el equipo de Hacienda, este hizo unas propuestas de cambios en el IRPF en Patrimonio y en Sucesiones y Donaciones, propuestas que fueron presentadas a los agentes sociales con cierta urgencia.

Y algunas de sus observaciones producirán cambios en la tramitación. Pero como no había tiempo para una mayor participación, se decidió dejar para el año que viene una reforma más profunda y el complejo debate sobre el Impuesto de Sociedades. Esto ha sido entendido y agradecido por todos, con la única excepción de ELA.

Vayamos a las cifras: Los cambios propuestos tienen un efecto calculado de 112,5 millones de euros (73,5 en el IRPF, 27,5 en el IP y 11,5 en el ISD), cerca del 7% de los ingresos sobre los que tiene competencia normativa la Diputación, y afectan a la progresividad de todos los contribuyentes del IRPF, haciendo pagar más a quien más tiene.

Los cambios en la base y tarifa general del IRPF (incluyendo el tipo marginal máximo del 50%, sólo superado por Suecia (56%) y Holanda (52,4%), aparte del caso de Dinamarca que no tiene contribuciones a la SS) lo convierten en el más progresivo del mundo, sólo superado por Suecia a partir de 200.000 euros de base.

En el capital, el tipo propuesto del 24% se ve claramente superado por Suecia (30%) y el resto de los países nórdicos (28%). Pero dentro de la UE nos situamos mucho más cerca del 25% de Irlanda, Holanda, Austria y Alemania que del 10% de Bulgaria.

De paso, es desigual el trato de la base general y de la base del ahorro, pero no mejor. Con la tarifa única e integración parcial de los dividendos, la progresividad del impuesto disminuiría para la renta variable y aumentaría para la renta fija y los Fondos (además de abrir un enorme campo a la elusión y la ingeniería fiscal). Esto conllevaría un desplazamiento masivo de la renta fija a la variable y una pérdida total de ingresos para Euskadi a favor de España dado el punto de conexión del Concierto Económico sobre la retención de los dividendos, tema en el que ELA no ha reparado.

Y sí, el IRPF no recauda lo suficiente. Lo cual es debido a las generosas exenciones y deducciones que han alejado al IRPF de lo que debe ser: un impuesto sobre todo lo que se gana, salvo algunas indemnizaciones, en el que los partidos no compitan por ganarse electores distribuyendo favores fiscales. Desmontar esa situación con pedagogía será un reto para el año próximo.

Citemos también la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio, sumándonos al pequeño grupo de países que gravan la propiedad (en la UE Francia, Holanda y Grecia y fuera de ella Noruega, Suiza e Islandia).

Así, donde ELA solo ve continuismo y que nos hemos convertido al neoliberalismo en un tiempo récord, los datos señalan que Gipuzkoa sería uno de los territorios más progresivos de Europa y del mundo en la imposición personal.

En cuanto al Impuesto sobre Sociedades, en las empresas de corte capitalista frente a un nominal del 24-28%, el tipo efectivo se sitúa entre el 21%-22%. Cuando ELA lo rebaja hasta el 16% las mezcla con las cooperativas, cuyo tipo efectivo ronda el 6% por, entre otras razones, computar como distribución de beneficios lo que en otras es gasto deducible. Además, la actual estructura del impuesto es nefasta y discrimina a favor de la utilización de financiación ajena y de gastos superfluos, con lo que al menor atisbo de crisis se disparan las quiebras. Por eso es necesario cambiarlo de arriba abajo, sin que un incremento de tipos sirva para nada. Nuestro objetivo es diseñar un impuesto más justo y sí, también más eficaz para la economía vasca.

Y cuando ELA afirme que la presión fiscal seguirá siendo baja, que la mida sobre la Renta Nacional Bruta, que estudie las cotizaciones de los cooperativistas que la complementan con Lagunaro, que incluya las cotizaciones (y pensiones) topadas, que vea los tipos del IVA... y después que analice si los cambios propuestos por Gipuzkoa no van en la buena dirección y al ritmo necesario para que las rentas y los patrimonios altos tributen más sin emigrar. Porque Bildu no se ha convertido en dos meses al neoliberalismo ni da cobertura política al desmantelamiento del estado del bienestar, y porque por mucho que le sorprenda a ELA (y solo a ELA) no todos los partidos son iguales en las instituciones.

Tal vez sea el momento de hacer una reflexión más general, porque uno está orgulloso del papel jugado por mi sindicato, por ELA, desde bastante antes de Lizarra-Garazi, por su trabajo constante en enfrentarse al sistema neoliberal imperante y por ayudar en la conformación de un bloque de izquierdas, diverso y contradictorio, que fuese capaz de luchar por la hegemonía en la sociedad vasca.

Pero últimamente estoy confuso. Justo cuando la parte política de ese conglomerado en formación logra algunos éxitos, mi sindicato parece replegarse sobre su aparato, saca análisis económicos autistas, deja de apoyar movilizaciones porque de repente le parecen «partidistas» y expande esa perla de que todos los partidos coincidimos en las propuestas económicas, con lo cual sus afiliados se libran de la presión moral de definirse y pueden apoyar a cualquier partido cómodamente desde ELA.

¿No sería mejor recuperar el camino anterior, que la dirección de ELA aparcase sus recelos y participe en la difícil construcción de un bloque progresista? ¿Tanto cuesta entender que el fortalecimiento de ELA es plenamente compatible con el de la izquierda en su conjunto?