EEUU condiciona el levantamiento de las sanciones a Myanmar a las reformas
Hillary Clinton expresó su apoyo a las reformas políticas en Myanmar en su histórica reunión con Thein Sein, pero condicionó el levantamiento de las sanciones a que se produzcan cambios «reales». Barack Obama se mostró dispuesto a iniciar una «nueva era» en sus relaciones.
GARA |
La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, mantuvo ayer un encuentro histórico con el hombre fuerte de Myanmar, su presidente, el ex general Thein Sein, a quien le expresó su apoyo a las reformas iniciadas y le aseguró que EEUU levantará las sanciones impuestas e incluso a designar un nuevo embajador en el país, el primero desde hace más de dos décadas, si se producen cambios «reales». En el mismo sentido, Barack Obama, dijo estar dispuesto a iniciar una «nueva era» en las relaciones entre ambos países si las reformas se mantienen, según una carta llevada a los líderes birmanos por Clinton. En otra carta expresó su apoyo incondicional a la líder opositora Aung San Suu Kyi.
«Estoy ansioso por conocer los resultados tangibles de las reuniones que todos esperamos que nos colocarán en el camino de una nueva era en nuestras relaciones bilaterales», escribió Obama, quien agregó que EEUU quiere «explorar cómo apoyar y hacer avanzar los esfuerzos para la transición a la democracia y promover la protección de los derechos humanos».
El gesto de Obama se produce ocho meses después del inicio de las reformas en el país asiático.
Tras el histórico encuentro de ayer, Clinton matizó que los líderes birmanos se han comprometido a continuar con las reformas, pero que tendrán que hacer mayores progresos si quieren que EEUU levante las sanciones impuestas en los años 90 y cuyo levantamiento volvió a reclamar ayer China. «Ciertamente consideraríamos la suavización y eliminación de las sanciones si seguimos juntos en este proceso, que debe ser muy real, sobre el terreno y algo que pueda evaluarse», señaló. Por el momento, EEUU desbloqueará la asistencia del FMI para ayudar a mejorar su maltrecha economía y pondrá en marcha programas de cooperación en salud y en la lucha contra el narcotráfico.
En todo caso, Clinton incidió ante las autoridades birmanas en la liberación de los presos políticos y el fin de los conflictos étnicos, y les advirtió de que las relaciones sólo mejorarán si Myan- mar suspende sus contactos «ilícitos» con Corea del Norte. Además, anunció la posible vuelta de un embajador de EEUU, que redujo su representación diplomática en respuesta a la represión militar de 1988 contra las movilizaciones a favor de la democracia y al golpe de Estado de 1990.
Surgida de la tierra en medio de ninguna parte por la voluntad de los generales, Naypyidaw, la capital de Myanmar, se revela tímidamente a los ojos del mundo para acoger a una de las personalidades políticas más poderosas del mundo, Hillary Clinton.
La Junta Militar decidió repentinamente en 2005 trasladar la capital al centro del país, a una llanura agrícola despejada en medio de la selva, y dejar Rangún, en la costa meridional. La decisión fue tomada en base a datos astrológicos y por miedo a una invasión, por mar, de EEUU.
La ciudad, inmensa, cuenta con un imponente museo sobre piedras preciosas y flamantes supermercados, pero la inmensa mayoría de sus vastas y vacías avenidas atraviesan campos plagados de paneles que prometen grandes obras, pero donde por el momento sólo pastan los búfalos.
Cientos de policías fueron desplegados en los cruces a pesar de la inexistente circulación, mientras el cortejo de Clinton recorría la avenida de doce vías hacia el Palacio Presidencial. Birmanos arrodillados cortaban la hierba en las inmediaciones del Palacio, que domina la ciudad silenciosa. Los visitantes pasaban ante las fuentes que manan a gran altura antes de entrar en la pieza con suelo de mármol y muebles dorados donde Thein Sein recibió a Clinton con una gran sonrisa. GARA
Hillary Clinton se enfrenta, en su visita a Myanmar, al dilema semántico de cómo llamar al país, al que la Junta Militar cambió el nombre al considerar que Birmania era un remanente de la colonización británica, un cambio que la oposición rechaza.
