«In Time» propone una lectura futurista de la crisis y la distribución de la riqueza
El nuevo thriller futurista de Andrew Niccol apunta hacia la tendencia anticipativa, según la cual las diferencias entre ricos y pobres cada vez serán mayores. En la sociedad del mañana el poder no se basará en el control del dinero, sino en la distribución del tiempo. El mundo se dividirá en dos zonas horarias, y a los trabajadores les tocará vivir a un ritmo estresante para poder conseguir más horas de vida, mientras la clase privilegiada se aburrirá eternamente.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
«In Time» es un fiel reflejo de las virtudes y defectos del cine de Andrew Niccol. Como de costumbre, el neozelandés parte de una excelente idea, sin que el desarrollo de la misma consiga mantenerse a la misma altura. Sucede así, porque sus argumentos suelen resultar demasiado ambiciosos para la industria cinematográfica actual. Hoy en día en Hollywood no quieren saber nada de la ciencia-ficción pura, prefiriendo apostar por la alternativa comercial del thriller de acción futurista.
El planteamiento argumental de «In Time» no puede ser más interesante, ya que propone una visión anticipativa de lo que vendrá después de la crisis capitalista, cuando el dinero ya no sea el valor especulativo a manejar en los mercados. Lejos de mejorar las condiciones sociales, la nueva estructura profundizará aún más en las diferencias entre ricos y pobres. Todo ello debido a que el poder encuentra la manera de perpetuar el control sobre las masas, al utilizar el tiempo como moneda de cambio.
El mundo del mañana estará dividido en dos zonas horarias. En New Greenwich viven los privilegiados que se aburren eternamente por no depender ya del reloj biológico. En cambio, en Dayton los obreros han de trabajar a un ritmo estajanovista para obtener unas horas más de vida.
El desarrollo de la acción es la que lo desbarata todo, puesto que tiene que haber un héroe y su diseño es muy convencional. Es una especie de Robin Hood del futuro, que asalta los bancos del tiempo para repartir años entre los necesitados. Dado que los atracos los lleva a cabo en compañía de la hija de un potentado, sus aventuras se convierten en una prolongación de las de «Bonnie & Clyde». En su constante huida de los Guardianes del Tiempo y de los mafiosos Minutemen parecen seguir los pasos de «La fuga de Logan». De esta manera lo que podría haber sido una novela de Philip K. Dick acaba a la carrera.
Dirección: Andrew Niccol.
Guión: Andrew Niccol.
Intérpretes: Justin Timberlake, Amanda Seyfried, Olivia Wilde, Cillian Murphy, Matt Bomer, Vincent Kartheiser.
Fotografía: Roger Deakins.
Música: Craig Armstrong.
País: EE.UU., 2011.
Duración: 109 minutos.
El neozelandés Andrew Niccol es un gran argumentista, que no es lo mismo que ser buen guionista. Tiene ideas muy originales dentro de la ciencia-ficción, pero le cuesta desarrollarlas. Aún siendo el autor de «El show de Truman», la industria no confió en él para dirigir la película, así que tuvo que debutar en la realización con la menos comercial «Gattaca», un título de culto dentro del género. En su siguiente «Simone» decepcionó, así que se pasó a la sátira realista en «El señor de la guerra». Fue un simple paréntesis, para volver al thriller futurista con «In Time». Su nuevo proyecto es «The Host», sobre una novela de la millonaria Stephenie Meyer, lo que quiere decir que también se apunta a la moda del fantástico romántico. M. I.
Dirección: Cary Joji Fukunaga.
Guión: Moira Buffini, sobre la novela de Charlotte Brontë.
Producción: Alison Owen y Paul Trijbits.
Intérpretes: Mia Wasikowska, Michael Fassbender, Jamie Bell, Judi Dench, Sally Hawkins, Imogen Poots.
Fotografía: Adriano Goldman.
Música: Dario Marianelli.
Montaje: Melanie Ann Oliver.
País: EE.UU., 2011.
Duración: 115 minutos.
Género: Melodrama gótico.