Misión cumplida. Victoria y, tras la derrota del PSG en Salzburg, primeros de grupo, pase lo que pase en París dentro de un par de semanas. Más no se puede pedir para un Athletic que juega casi cada cuatro días y que venía de dejarnos fríos tras perder ante el Granada. Y si a eso le añadimos que, al menos en la segunda mitad del partido, San Mamés se lo pasó en grande con el juego desmelenado de su equipo y hasta Gaizka Toquero le dedicó un par de sombreros en el área pequeña del rival, pues todos contentos. Y de paso, el Athletic marcó los dos goles que le hacían falta para alcanzar los 150 tantos en competiciones de clubes UEFA.

Eso sí, fue un encuentro de dos mitades bien diferencias. La primera, espesa, sin chispa, desangelada, en exceso horizontal; la segunda, endiablada, rítmica, vertical. Aseguraba el entrenador eslovaco que su equipo saldría al ataque, y lo cierto es que no tenía nada que perder una vez sin opciones de clasificarse. Pero se plantó en San Mamés con tres centrales y dos carrileros y esperando al Athletic en campo propio, sin rubor alguno. Así que los primeros compases del partido fueron como un deja vú para el público de La Catedral. Los de Bielsa, sin prisa, pacientes, dominando el esférico y el encuentro; el rival, esperando. Nada nuevo sobre el césped de San Mamés esta temporada.

Tal era la posesión del balón de los rojiblancos que hasta el partido, público incluido, entraba al paso de los minutos en una especie de hibernación. Los de Bielsa lo intentaban por fuera, por dentro, pero sin convicción, sin mordiente. Iñigo Pérez, titular en el pivote, aguantaba, mientras por delante, Herrera, Iturraspe, Muniain y Susaeta intercambian de tal manera sus posiciones que era imposible que un perro les orinara encima. Pero ni por ésas.

El primer tiro a puerta, alto, de Llorente llegó en el minuto 11. Sólo el inquieto y participativo Muniain desequilibraba por dentro. Pero fue por banda, tras un pase interior a Susaeta, que centró mal, el balón salió rechazado y De Marcos, que se sumaba al ataque, remachaba al fondo de la red. Esta vez, el `plan A' de Bielsa tenía el premio que le faltó ante el Granada. Tan fácil parecía el partido para el Athletic, que hasta Amorebieta se atrevía a ganar metros y llegar al área rival. Pero no fue hasta el minuto 26, más de diez después del gol, cujando llegó el siguiente tiro a gol, otra vez alto de Llorente.

Esa falta de intensidad, de ritmo en los de Bielsa la aprovechó un timorato Slovan para avisar, con un chutazo de falta al larguero de Iraizoz, después de que la barrera se abriese. Fue premonitorio, porque sólo cinco minutos después, un balón largo a la espalda de la defensa sorprendía a Gorka, que salía tarde, se clavaba ante el goleador Sebo y éste anotaba sin oposición. Si el ambiente era frío en San Mamés, se heló un poco más.

Era la primera llegada del Slovan y el minuto 38 de partido. El Athletic corría más de lo necesario y volvía a pecar de falta de precisión en el último pase. Con ésas se fueron al descanso.

Mucho mejor tras las reanudación

Del vestuario salieron los de Bielsa con las novedades de Iraola y Toquero, por Iñigo y Llorente. Iturraspe ejerció atinadamente de pivote y con esos mimbres el Athletic, tras unos compases iniciales, se vio espoleado por una grada que empujó al equipo como en las mejores noches. Los rojiblancos se metieron de lleno en el encuentro y se fueron decididamente a por la victoria, escudados en Javi Martínez y un inmenso Amorebieta en la zaga, y guiados por el faro de un hipersónico Iker Muniain.

Las tuvo y claras el Athletic para ponerse por delante, pero el jugadón entre Toquero y Susaeta equivocándose éste con el paso atrás en lugar de finalizar él mismo, era el vivo ejemplo de lo que le cuesta hacer gol a este equipo. Pero tanto fue el cántaro a la fuente que esta vez sí, al final se rompió. Y lo hizo el propio Susa, de cabeza, y tras balón templado de De Marcos. El gol mal anulado a Iraola por fuera de juego, las arrancadas de Muniain, los `sombreros' de Toquero... sirvieron para adornar una victoria merecida, en un partido que no fue espectacular, pero sí efectista. Nos vemos en París, que bien vale un visita.