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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Hay periodistas que se creen jueces

Las movilizaciones celebradas y convocadas en favor de los presos políticos vascos y el apoyo que estos están recibiendo desde todos los ámbitos de la sociedad vasca, que reclama que se respeten sus derechos, han puesto de los nervios a más de una. Entre ellas, Tonia Etxarri, quien desde «El Correo» se lamentaba ayer porque «nunca el colectivo de presos había logrado tantos valedores entre los partidos vascos». La columnista del diario de Vocento escribía que «la ansiedad de cerrar cuanto antes el ciclo del terror ha animado a buena parte de la clase política a secundar (a excepción del PP y UPyD) la consigna en favor de cambios en la política penitenciaria». Pues servidora diría que lo que han hecho casi todos los partidos es darse cuenta de qué es lo que demanda la sociedad vasca, que anhela un escenario de soluciones.

En cualquier caso, Etxarri no ocultaba su malestar porque «desde el PNV, Iñigo Urkullu quiere hablar con Rajoy para condicionar su apoyo en la investidura entre otras cosas, al acercamiento y el fin de la dispersión» y porque «el propio lehendakari exhibió ese banderín de enganche cuando empezó el curso político en el Parlamento vasco, y no lo ha soltado desde entonces, temeroso de que el PNV le siga acusando de falta de liderazgo o se subleven algunos pesos pesados del socialismo guipuzcoano». Vamos, que no le hace gracia. Prefiere lo que dice Rodolfo Ares, quien «sabedor de que el acercamiento de los presos es recomendable pero no obligatorio, se ciñe al cumplimiento de la ley», «porque la asignación de centro penitenciario es una facultad discrecional de las autoridades». Si realmente cumplieran su ley, muchas presas y presos estarían en la calle.

Pero la periodista se cree juez y declara que «si estos presos quieren acogerse a medidas de reinserción avanzarían unos cuantos 'telediarios' si mostrasen el debido arrepentimiento». No acaba de comprender Etxarri que las presas y presos políticos vascos no quieren «reinsertarse» en ningún sitio, porque no les hace falta. Quien debería «insertarse» en la sociedad sobre la que tantas veces escribe es la gente como ella, porque lo que pensamos las vascas y vascos les suena a chino. Luego llegan las elecciones y se llevan un susto.

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