El día después de la gran final del Cuatro y Medio sirvió, como es tradición, para ensalzar la figura del campeón. Pero en este caso, y a pesar de tratarse de la quinta txapela de Aimar Olaizola en la jaula, la parroquia pelotazale se ha rendido más que nunca ante un pelotari que figura ya en los libros de historia como el que más títulos ha ganado dentro del acotado.

Los problemas que le ha causado su fractura en el dedo y, en especial, el fallecimiento de su padre en vísperas del gran partido, pusieron a prueba la fortaleza sicológica del delantero de Asegarce. Lejos de descentrarse, Aimar demostró una vez más su enorme capacidad de concentración y saber estar, cualidades que fueron destacadas en las distintas crónicas y análisis de la final del domingo.

Era, por ejemplo, lo que reseñaba el recién retirado Rubén Beloki, bajo el título de «Un pelotari grande», en su columna del «Diario de Navarra». «Me ha sorprendido por encima de todas las cosas la concentración de Aimar desde el primer tanto hasta el último tanto (...) Destacaría la defensa espectacular en la pared de Aimar, en todos los años que llevo a la pelota nunca he visto un pelotari que se defienda tan bien en la pared», escribía el de Burlata, que añadía sobre Irujo que «los tantos duros han caído del lado de Olaizola, y eso le ha afectado».

En parecidos términos se expresaba José Mari Ceceaga en las páginas del «Diario Vasco». «Después de su fractura en el dedo y sus vivencias personales de las últimas semanas, era importante que Aimar arrancara con agresividad, sin dejarse comer. Y así lo hizo. Ese arranque le dio tranquilidad y a partir de ese momento jugó centrado, consciente de qué le convenía y qué no (...) Yo le doy mucho mérito a completar una final como la de ayer después de estar un mes sin jugar y tras lo que le había tocado vivir en casa».

Más crítico se mostraba su compañero de análisis Mikel Unanue, para el que los finalistas no estuvieron acertados. «Sin estar demasiado suelto de zurda, pese a acabar sólo un tanto de gancho y otro de cortada -pocos para lo que es costumbre en el de Goizueta-, resolvió el compromiso con comodidad. Aunque no brilló en ataque, aunque no cruzó la pelota como acostumbra, metió mucha pelota a buena con la mano izquierda. Defendió, cogió altura en el frontis y aguantó bien los peloteos. Sacó adelante la final a base de oficio, constancia y trabajo, cualidades que siempre le han acompañado», recordaba el zurdo de Añorga.

Por otro lado, un excampeón de la modalidad como Titín III hacía referencia a la importancia del saque en los diarios del Grupo Noticias. «Cuatro saques a partir del 15-12 suponen mucha diferencia y eso le sacó del partido a Martínez de Irujo», opinaba el riojano, que en un plano más general se quedaba con las diferentes sensaciones que le transmitieron uno y otro: «La clave estuvo un poco en que a Juan se le vio durante todo el encuentro incómodo, no supo jugar a un Olaizola que estaba más a gusto en la cancha. Martínez de Irujo parecía que no podía rematar ni gozar la pelota».

Sacar lo mejor que uno lleva dentro en los días grandes, un don que no está al alcance de todos pero que sí suele conseguir Aimar Olaizola tal y como mencionaba Ladis Galarza en «Mundo Deportivo». «Olaizola II se mereció ganar porque fue más y lo hizo bien. Es cierto que a Irujo no se le vio como en otras ocasiones, pero eso no le resta méritos a Olaizola II porque había que jugar ayer y ayer, el que lo hizo fue él».

Además, el de Baraibar volvía a posicionarse a favor de los aplazamientos: «Las empresas se pillan los dedos con el reglamento al poner la fecha e intentar impedir los aplazamientos, pero una final del mano a mano tiene que tener los aplazamientos que tenga que tener. Como se vio ayer, a la gente no le importa esperar, la afición quiere ver ese partido y responde».

Y aunque sea parte implicada, quién mejor que Asier Olaizola, hermano y botillero de Aimar, para explicar lo sucedido sobre la cancha bilbaina. «Algunos remates de Juan se marcharon fuera y otros que eran tanto Aimar se los levantó. Desde mi punto de vista, creo que se acabó desesperando (...) En definitiva, para nosotros el partido fue perfecto. Y ese componente emocional por la muerte de mi padre hizo que fuese una final especial, sobre todo después de los días que hemos pasado».