La Ertzaintza coordinó ayer el traslado de los presos de la prisión de Langraiz a la macrocárcel de Zabaia. Más de cien agentes de la Policía autonómica permanecieron desplegados durante siete horas -desde las 8.00 hasta las 15.00- a lo largo de la N-1 con un objetivo: custodiar el viaje de los 560 presos de la antigua cárcel al nuevo centro penitenciario de Araba.

Según explicaron a GARA fuentes del Departamento de Interior de Lakua, el traslado de los presos a la nueva infraestructura carcelaria fue ordenado por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, un organismo encargado de vigilar y controlar los diferentes prisiones de Hego Euskal Herria.

Esta misma institución española fue la encargada de diseñar la macrocárcel de Zabaia, cuyas galerías cuentan con capacidad para más de 1.400 presos. Un cifra muy superior a los 600 reclusos que cumplían sus respectivas condenas en la vieja prisión de Langraiz.

Esta previsión en el número de presos suscita el enfado de los colectivos sociales presentes en el herrialde. César Manzanos, responsable de Salhaketa, ha mostrado su rechazo al proyecto desde el día en que se presentó ante la ciudadanía, ya que a su parecer la puesta en marcha del mismo supone un incremento desmedido de la población reclusa en Araba.

En declaraciones a GARA, Manzanos lamentó el traslado de los presos de Langraiz, y denunció que, mientras el Gobierno español continúa aumentando el número de reclusos en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, mantiene vigente una política de dispersión penitenciaria que aleja a los represaliados políticos vascos de su lugar de residencia.

Centro de tercer grado

Además, el responsable de Salhaketa recordó que el traslado de los internos no va a suponer el cierre de la vieja cárcel de Langraiz. Esta hipótesis fue confirmada por la Secretaría de Instituciones Penitenciarias, que anunció la reconversión de la antigua cárcel en un centro para presos en régimen abierto.

En concretó serán 70 las personas que se beneficiarán del tercer grado penitenciario en la cárcel de Langraiz, único centro de este tipo en todo el herrialde. «No los podemos devolver a segundo grado», justificaron desde la institución penitenciaria española.