El jefe del Gobierno británico, el conservador David Cameron, defendió ayer en el Parlamento la decisión de excluir a su país de un futuro tratado europeo con el apoyo sin fisuras de su partido, las críticas de la oposición y la llamativa ausencia del viceprimer ministro, el liberal-demócrata Nick Clegg.

Cameron aseguró que acudió a la cumbre de Bruselas de «buena fe» en busca de un acuerdo con el resto de los estados, pero que la defensa de los intereses británicos hizo inevitable su rechazo. «Había que elegir un tratado sin salvaguardas o ningún tratado», indicó el único líder europeo en quedarse al margen de un acuerdo respaldado por 26 dirigentes de la Unión Europea (UE).

El primer ministro, quien insistió en que las reclamaciones que hizo en Bruselas fueron «modestas, razonables y relevantes», negó que Gran Bretaña vaya a perder su influencia y aseguró que su país sigue comprometido con su pertenencia a la UE.

El debate estuvo protagoni- zado por la ausencia del viceprimer ministro, que resultó evidente desde el primer momento, cuando los diputados de la oposición laborista gritaban: «¿Dónde está Clegg?».

Este explicó más tarde que no asistió al debate para no distraer la atención e insistió en que no está de acuerdo con Cameron en su decisión de «aislar al Reino Unido», lo que disparó las especulaciones sobre las tensiones en el Gobierno de coalición.

Ed Miliband, líder de los laboristas, acusó al primer ministro de haber cometido el mayor error «en una generación» y opinó que el país ha perdido «su silla en la mesa» de negociación de Europa.

Por otro lado, la Confederación de la industria mostró su preocupación y recordó que el 40% del comercio británico es con la eurozona.

Las críticas llegaron también desde Escocia, cuyo primer ministro, Alex Salmond, acusó a Cameron de perjudicar a su país y de actuar con «torpeza» sin siquiera consultar a las administraciones de Escocia, Gales y el norte de Irlanda.