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Acuerdo para 2012

¿Quién es Adán?

Iñaki IRIONDO

Al conocerse la existencia de un acuerdo entre Bildu y el PNV para sacar adelante los presupuestos de Gipuzkoa, y al igual que ocurrió con el acuerdo que modificó las condiciones de creación de Kutxa Bank, se abrió una línea de argumentación en los primeros comentarios centrada en la idea de que «ahora la izquierda abertzale se está dando cuenta de que no es lo mismo reivindicar que gobernar, que para gobernar hay que dejarse pelos en la gatera». A buen seguro, esos comentarios se multiplicarán hoy en los medios y por internet. Y quienes los hacen no retratan a la izquierda abertzale, sino que se reflejan a sí mismos.

El diccionario de la RAE define el adanismo como el «hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente». Y, por lo que estamos comprobando, no son los cargos de Bildu quienes se comportan como Adán, sino aquellos que acaban de descubrir el trabajo institucional de la izquierda abertzale. Antes y después de la ilegalización (e incluso «durante», en algunos casos aislados) la izquierda abertzale ha gobernado numerosos municipios en Euskal Herria e incluso todas las localidades de algunos de los valles más ricos y fructíferos del país; y no debía hacerlo del todo mal cuando la única forma de contrarrestar el apoyo electoral que recibía de sus conciudadanos fue, primero, unir al resto de partidos en un pacto dirigido desde la Mesa de Ajuria Enea sin más programa que la exclusión, y después, la ilegalización. Por lo tanto, hace muchos años que este sector político y social sabe lo que es gobernar, con y sin mayorías absolutas, y las servidumbres que ello conlleva. Son otros los que parece que no se habían enterado de nada.

Pretendieron presentar la llegada de Bildu a la Diputación de Gipuzkoa y a la aplastante mayoría de ayuntamientos de este herrialde como una conjugación del regreso al neolítico y triunfo de los soviet que conduciría irremisiblemente el colapso. Y para ello se creyeron sus propias caricaturas de pañuelos palestinos y cócteles molotov. Pero ha resultado que los diputados y alcaldes de Bildu son gente que vive el día a día de la ciudadanía, que sabe dónde está y que puede llegar a acuerdos con otros partidos, tratando de preservar siempre sus propias señas de identidad. Unas veces acertarán y otras se equivocarán, como han venido haciendo desde que HB tuvo su primer concejal, y al final de cada mandato el electorado los juzgará. Lo llamativo no es que Bildu llegue a un acuerdo con el PNV o a otro con el PSE, sino que hubiera quien teorizara que no podría hacerlo.

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