Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico
Super heroínas
Siempre me ha parecido que las superheroínas del cómic no son más que la versión femenina de los superhéroes, y que si hay un Superman tiene que haber una Supergirl. En esa apreciación sexista tiene mucho que ver el hecho de que los autores de historietas gráficas sean mayoritariamente hombres, y que a la hora de dibujar a tales mujeres de acción piensen primero en lo bien que les queda el traje de superhéroe ajustado a su cuerpo con curvas.
El cine peca exactamente de lo mismo, y lo único que el espectador recuerda de la película «Catwoman» es el modelito de cuero negro tan sexy que lucía Halle Berry. Por eso pienso que es mejor que la vida escriba sus propios guiones, sus historias de heroínas anónimas, mujeres corrientes que en un momento dado sacan fuera su espíritu de lucha.
Es lógico que a ningún guionista cinematográfico o de televisión se le ocurra que elementos tan cotidianos como un paraguas lleguen a ser utilizados como improvisadas armas disuasorias. En todo caso asociarían el paraguas a Mary Poppins, que lo utilizaba con su magia para volar e ilusionar así a los niños y niñas de otras generaciones.
Por extraño que parezca, en esta semana han coincidido dos noticias de mujeres reales, la una en Irun y la otra en Barakaldo, que se han enfrentado respectivamente a un violador y a unos ladrones, con la única ayuda de un paraguas. El objeto en cuestión no tenía ningún poder desconocido, como el bastón que solía esgrimir la escocesa Gudrun Ure en la serie de mediados de los 80 «Superabuela», sino que simplemente estaba cargado con la valentía que da la supervivencia diaria.