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Raimundo Fitero

Ensayado

Llevo más de media vida ensayando el discurso por si me toca la lotería. Miro todos los años las reacciones de los premiados para añadir argumentos a mi relato. No hay manera. Tiene tres frases, dos exclamaciones y un suspiro que acaba en un grito. Y eso que le doy vueltas durante 300 días al año, porque me encantaría pasar a la historia como el premiado que aseguró que no iba a tapar agujeros. Ni que no me lo creía cuando salió el número. Es más, tengo una ropa, preparada, doblada y planchada que la guardo como mi uniforme para salir en la tele como premiado. Sobriedad, sin marcas, un traje regional, para reivindicar una lotería menos global. Todo mi ceremonial deberá esperar. La constancia no asegura nada, pero da fortaleza, crea una estructura emocional capaz de sobreponerse a tanta frustración.

Es como los discursos de los nuevos presidentes, los ministros, los desechados. De los ministrables que se ponían en todas las fotos y de repente han desaparecido. Dicen que para formar el equipo de suplentes. Desilusiones. Un oriundo de Fitero, Jorge Fernández Díaz, es ministro de Gobernación, perdón, de Interior. De casta le viene al galgo. Su padre fue alto cargo de la policía municipal barcelonesa con el franquismo. Vemos en los noticiarios caras conocidas, reconocidas, un equipo de gobierno que encaja con lo de «previsible», que es uno de los vocablos de moda. Las reacciones, las primeras impresiones, los primeros discursos y los aplausos con las orejas de los tertulianos más afectos a régimen, son tópicos encasquillados.

Entramos, televisiva, social y políticamente, en tiempos de frutas escarchadas, como los pensamientos de buena voluntad. El año que no nos hablen del precio de las cigalas, o que no nos propongan menús especiales, alternativas, o singularidades de punto remotas de todas geografías es que está el cometa Halley a punto de pasar otra vez o que el agua del deshielo está regando las plantas de los segundos pisos. Todas las bolitas de los árboles son brotes y el silencio futbolístico se alumbra con sustituciones de entrenadores y un presidente de club condenado a varios años de cárcel por corrupción. Lo de siempre.

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