La caverna mediática se mostraba ayer alborozada por el nuevo Gobierno español. La mayoría aplaudía la selección de Rajoy, pero no a todos les ha gustado por igual, y a algunos, como Federico Jiménez Losantos, poco.

En «Libertad digital», dice Jiménez Losantos que «la presencia de Luis de Guindos y Montoro en Economía y Hacienda, respectivamente, es una garantía de ortodoxia y seriedad. En general, la imagen del nuevo Gobierno es aseada y solvente. Ninguno provoca entusiasmo pero tampoco agrede a la sensibilidad ciudadana». Sin embargo, «Hay dos excepciones, que debían abordar el reto más importante, si no más urgente, que tiene ante sí Mariano Rajoy: la despolitización de la Justicia, la limpieza de las cloacas de Interior y la investigación real del 11-M y el Caso Faisán, máxima expresión delictiva y delictuosa del arreglo del Gobierno del PSOE con la ETA en estas dos legislaturas. La elección, en ambos casos, no ha podido ser peor. Si Jorge Fernández en Interior garantiza la continuidad en todo y la limpieza de nada, Gallardón en Justicia es garantía de injusticia, de politización, de desprecio a las víctimas del 11-M y de incompatibilidad con la libertad de expresión». Una cosa es cambiar de discurso, o simplemente dejar de insultar a Rajoy, y otra caerse del burro.

Para «La Razón», en cambio, se trata del «mejor equipo anticrisis». Y entre innumerables páginas de peloteo, llama la atención la flecha hacia abajo que dedican a Iñigo Urkullu porque el PNV de Basauri vendió participaciones para el sorteo de Navidad de ayer «indicando que se trata de lotería del `país vecino'. Entre el ridículo y el absurdo, el PNV se instala en lo grotesco para no mentar a España». Pues servidora no tiene reparo alguno en mentar a España, que es, efectivamente, el país vecino.

También Martín Prieto prefiere hablar de su país vecino en su columna. No es que en ella destaque su agudeza analítica precisamente, pero no tiene nada peor que reprochar a Amaiur que «han mandado a Madrid lo mejor de cada casa: un miembro del Opus Dei, un jugador de la Selección Nacional de balónmano, compañero de Urdangarín, un catedrático de hidrología apellidado Antigüedad...». Ya, lo dice un secuestrado y al mismo tiempo secuestrador apellidado Prieto.