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Una ola de atentados mortales se suma a la grave crisis política en Irak

Más de 70 personas murieron en varios atentados ocurridos en zonas de mayoría chií en Irak, que suponen la primera gran acción de la insurgencia desde que las tropas de EEUU completasen el repliegue previsto y se hiciera visible la división en el seno de la frágil coalición de poder.

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GARA | BAGDAD

Al menos 72 personas murieron y cerca de 200 resultaron heridas ayer en una ola de atentados en Bagdad y Mosul, en el primer estallido de violencia en el país desde que se desatara la grave crisis política que ha paralizado las instituciones tras el repliegue de las tropas militares de ocupación estadounidenses.

En un ataque aparentemente coordinado, más de una decena de bombas en zonas de mayoría chií en Bagdad durante la mañana, en la hora de la mayor congestión de tráfico, causando al menos 62 muertos y 186 heridos, según el Ministerio de Salud.

Al mismo tiempo, cerca de Baquba, a sesenta kilómetros de Bagdad), cinco miembros de una familia, cuyo padre e hijo fueron miembros de la milicia tribal suní Sahwa, que lucha contra Al Qaeda, murieron por distaros de los insurgentes, informaron las autoridades.

Y en Mosul, dos soldados murieron cuando el puesto de control en el que estaban fue acribillado, según una fuente policial.

Otras tres personas murieron en dos nuevos ataques en la capital durante la noche, uno en un café y el otro en un mercado.

Los atentados «no estaban dirigidos contra instituciones o puestos de seguridad» sino fundamentalmente contra «escuelas, trabajadores, y la agencia anticorrupción», dijo a AFP el general Qasim Atta, portavoz del sistema de seguridad de Bagdad.

El primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, afirmó, tras la cadena de atentados de la mañana, que «el momento de estos crímenes y los lugares elegidos confirman la naturaleza política de los objetivos que quieren alcanzar (sus autores) a través del crimen y el asesinato de civiles inocentes», e hizo un llamamiento a apoyar a las fuerzas de seguridad.

Estas violentas acciones son las primeras que se producen desde el comienzo de la crisis política que amenaza la tregua entre las diferentes fuerzas del país, y hacen temer un retorno de las violencias intercomunitarias, pocos días después de la retirada de las tropas estadounidenses.

En los últimos cinco días se emitió una orden de arresto contra el vicepresidente suní Tarek al-Hashemi, acusado de apoyar y financiar atentados, Al-Maliki pidió la destitución del viceprimer ministro suní y el bloque parlamentario Al-Iraqiya, apoyado por los suníes, decidió boicotear la Asamblea y el Gobierno. Al-Iraqiya, segundo mayor grupo parlamentario detrás de la coalición chií Alianza Nacional, denunció la «dictadura» del chií Al-Maliki, que pidió a las autoridades de Kurdistán Sur que capturen y entreguen a Al-Hashemi y amenazó con sustituir a los ministros de Al-Iraqiya.

coches-bomba

El atentado más grave lo cometió un kamikaze al volante de un coche-bomba que estalló frente a las oficinas de la agencia anticorrupción, matando a 23 personas. Otras dos bombas en una carretera y un coche-bomba en el barrio bagdadí de Alaui, causaron la muerte a 16 personas, en su mayoría obreros de la construcción.

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