Entre los responsables del Estado israelí abundan la brutalidad, el racismo y también la corrupción
El procesamiento del ex primer ministro de Israel Ehud Olmert por varios delitos de corrupción podría haber transcurrido si no desapercibido, sí como una excepción entre los altos mandatarios de ese Estado. Y habría sido una excepción si en ese estado relativamente joven, además de Olmert, no hubieran sido procesados también otro ex primer ministro y un expresidente. El primero, Ariel Sharon, fue investigado, junto a sus hijos, por escándalos relacionados con la financiación de su campaña. Sus dos periodos como primer ministro estuvieron marcados por esos escándalos y otras irregularidades relacionadas con ellos. En cuanto al expresidente Moshe Katsav, actualmente se encuentra en prisión por violación y, por cierto, comparte prisión con un exministro de Sanidad condenado por aceptar sobornos. Precisamente varios delitos de soborno, además de lavado de capital, falsificación de documentos y tráfico de influencias, son la causa del procesamiento de Olmert, el hasta ahora último alto cargo procesado y que contribuye a dejar cada vez más claro que entre los responsables del Estado de Israel es habitual, junto a la brutalidad y el racismo, la corrupción.