Mucho se ha vuelto a escribir y comentar sobre la inoperante capacidad anotadora de este Athletic. A este equipo le falta gol y cada victoria suya está sustentada en la entrega máxima, no en su atino cara a puerta. Andoni Iraola la tuvo ante el Albacete y la falló. Como tantos compañeros suyos esta campaña. Al ver luego el resumen del Madrid-Málaga, uno se asombra de la facilidad con la que los Benzema, Higüain o el propio Di María la meten dentro. Claro, para eso valen millones. Jugaban también Manchester City y Liverpool. Perdieron 3-0 los de Dalglish. Al día siguiente, leí a Pol Gustems un análisis del partido en Diarios de Fútbol. «Posesión alta de balón y cierto dominio del escenario, valentía, en ciertos tramos superioridad manifiesta en el juego... pero ineficacia de cara a portería, la tónica que está persiguiendo a los reds durante toda la temporada». ¿Les suena? En resumen, explicaba que su delantero Luis Suárez ha metido 8, pero ha fallado el doble; que el carísimo Andy Carroll sólo ha metido dos; que en la medular no hay ningún llegador con gol; que todo se fía a que sean los defensores quienes lo suplan acertando a rematar algún córner; que con 0-0 Stewart Downing marrara solo ante el portero del City, una «ocasión que es fallable, lo problemático es el número de veces que esto ha ocurrido»; que el inagotable Dirk Kuyt no es goleador, pero con él en el campo parece que juegas con uno más... «En el otro costado de la balanza, un aspecto positivo: juegan bien. Corren, presionan, suman al equipo, tienen espíritu colectivo». Pero no marcan. «Se merecen jugar, no puedes sentarles», añade. Como en el matrimonio, para lo bueno y lo malo.