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Raimundo Fitero

Chifla, chifla

Casi todos los canales de televisión locales, regionales o estatales se encargaron de mostrarnos imágenes de las protestas de los sindicatos por la apertura de los comercios el pasado domingo, uno de los ocho que lo pueden hacer según nueva reglamentación. Incidieron en ofrecer las protestas en la Gran Vía de Bilbao, pero salían opiniones de otros lugares tanto de Euskadi como de Barcelona. Uno no acaba de entender casi ninguna de las argumentaciones. Ni a favor ni en contra. En algunas comunidades que gobierna el PP, se va poder abrir todos los días del año, a todas las horas del día y de la noche. Son los nuevos tiempos, un perverso efecto de la crisis, la instauración de una visión de la ciudadanía llena de derechos para poder consumir cuándo y cómo quiera. Sin limitaciones.

El que una consumidora asegure que le produce mucho relajo poder salir el domingo a comprarse un bolso porque trabaja toda la semana, hasta el sábado, me parece una circunstancia entrañable, pero que no puede ser causa categórica de una decisión política. O que la dueña de un negocio de zapatería asegure que abrir en domingo le sale a cuenta si lo hace ella, porque si tiene que pagar a los dependientes, no es negocio. Entra dentro del derecho mercantil y laboral. Yo vi y escuché por televisión hace unos meses a uno de los responsables de la patronal de comercio asegurando que este modelo de apertura constante es malo, especialmente para el consumidor. Que se van a perder puestos de trabajo. Que todos tienen el derecho de descansar unos días a la semana. Y tiene mucha razón. Son derechos inalienables.

Pero lo que no acabo de entender es la campaña de algunos portavoces de los sindicatos que se posicionan de manera muy intransigente. El que no esté prohibido abrir, no obliga a nadie a abrir. Otra cosa son las relaciones laborales, los derechos, los convenios y todos esos instrumentos de defensa del trabajador asalariado. Es curioso que silben, compro- metan a compradores y trabajadores y los saquen tanto por televisión. La desregulación laboral que se nos avecina requiere de aunar esfuerzos y no dispersarse. Chifla, chifla, que estamos sordos.

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