Sextos, en puestos europeos y a solo cinco victorias de conseguir la permanencia, el verdadero objetivo del equipo. Osasuna finaliza la primera vuelta liguera como el mejor conjunto vasco de la competición demostrando que es un enemigo difícil de superar y que consigue reinventarse cada temporada, pese a traspasos y lesiones.

Cuatro derrotas en 19 partidos. Números que únicamente igualan o superan rivales con la chequera bastante más espléndida -Real Madrid, Barcelona y Valencia- y que demuestran que desde que Mendilibar llegó al banquillo navarro la escuadra encarnada se ha transformado en un hueso duro de roer.

Jugando de mejor o de peor manera, el once rojillo ha dejado patente que, salvo las goleadas encajadas en el Camp Nou y el Bernabéu, se trata de un grupo con el suficiente empaque como para aguantar los embates del contrario. De hecho, en la gran mayoría de sus enfrentamientos ha conseguido ponerse por delante en el marcador y, a excepción de las cuatro derrotas mencionadas, cuando se ha visto superado por el rival, ha conseguido remontar o rescatar algún punto, como sucedió ante Mallorca, Villarreal y Valencia, todos ellos en casa.

Precisamente El Sadar ha sido el gran recurso de este Osasuna momentáneamente europeo. Dos terceras partes de los 27 puntos que hasta ahora acumula los ha obtenido en el feudo iruindarra, inexpugnable hasta la reciente visita del Racing. Un estadio al que ahora le espera la verdadera prueba de fuego, con una segunda vuelta por la que pasarán todos los grandes del torneo liguero.

Renovación y cantera

Si a lo visto hasta ahora en esta primera campaña con Mendilibar como técnico desde su inicio debería dársele el suficiente valor, todavía lo tiene más por el hecho de que el técnico ha emprendido una renovación casi total del once, adecuándolo a sus ideas futbolísticas y pasando página a otros tiempos bastante más oscuros.

Si alguien repasa las alineaciones de la actual temporada se encontrará con que hay entre cinco y siete caras nuevas en todos los encuentros, desde la portería hasta la punta de ataque. Armar un grupo con proyección de futuro, con todas las probaturas que ello conlleva, y, al mismo tiempo, conseguir resultados es una tarea de complicada consecución.

Y en esa vuelta a la identidad rojilla, las oportunidades ofrecidas a los canteranos es otro de los datos a destacar. Satrustegi, Timor y Annunziata han abierto el camino -con mejor o peor fortuna, según el caso- a otros como Roberto Torres, Postigo, Manuel o Raoul.