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Raimundo Fitero

Un cura en GH

Si algo no se les puede reprochar a los responsables de Gran Hermano, es que buscan por todos los métodos la manera de llamar la atención. Cambian, inventan, copian, remodelan, adaptan sus formas, sus reglamentos, con el único fin de llamar la atención desde el minuto cero, de crear estados de opinión que aúpen al concurso, al reality a lo noticiables y se incorpore todo lo propuesto a la conversación cotidiana de un amplio números de ciudadanos, adictos al programa, seguidores de sus debates, de sus acompañamientos en los otros programas que incorporan el GH como banderín de enganche, o con intenciones morbosas en busca de detalles para arañar en la costra del monstruo de las mil caras, que hasta en su numeración logra concretar su espíritu sorpresivo, GH 12+1, es decir el décimo tercero no existe.

Las novedades funcionales, los nuevos decorados, las coordenadas en las que pretenden se muevan los concursantes se irán consolidando. Pero de entrada un hecho colateral, es motivo de polémica y controversia más allá de toda cuestión concursil. Han metido un cura. Obviamente, un cura muy especial. Hasta aquí no tendría mucho valor, porque representa a un tipo de individuo integrado socialmente, que abarca un amplio círculo de influencias. Pero sin ver el juego que puede dar en el reality, su empresa, la Iglesia católica, o la jerarquía de la misma en su responsabilidad en Catalunya, ha decido no dejarle ejercer su profesión principal. Un despido que no sabemos si es procedente o no, pero que, de entrada, nos demuestra la poca cintura del obispado, y la propaganda que le está propiciando al programa con su decisión.

Por otra parte una subasta de una plaza en la casa forma parte del otro foco de polémica, de publicidad añadida, de implementación de los efectos desencadenantes de la atención mucho más amplificada. ¿Cuánto pagaría usted por meterse en ese lío, en esa plataforma para ser conocido en su barrio, su ciudad, o todas las discotecas peninsulares? Hay gente p'a to. Hasta para hacerse cura y acabar en GH. Mercedes Milá sigue tan encantada de haberse conocido y segura de cumplir una misión histórica televisiva y sociológicamente hablando.

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