GARA > Idatzia > Mundua

Obama promete la regeneración económica a cambio de su reelección

En el último discurso sobre el estado de la Unión de la legislatura, Obama desveló el programa electoral para su reelección: una batería de propuestas fiscales y económicas dirigidas a la clase media y a los trabajadores frente a una oposición republicana que insiste en la desregulación económica y en la exención de impuestos a los ricos. La batalla ya ha empezado. Y la economía se perfila como la clave.
p020_f01_148x192.jpg

Dabid LAZKANOITURBURU

La estrategia de campaña del inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, está meridianamente clara a nueve meses de las elecciones presidenciales.

Al dirigirse a última hora del martes a las dos cámaras del Congreso en su discurso sobre el estado de la Unión, Obama desveló el que será el eje de su campaña: la regeneración fiscal y económica frente a unos republicanos cada vez más escorados hacia la desregulación total y el sálvese quien pueda.

Sostuvo en un momento de su alocución que «mientras sea presidente, trabajaré con todos en este hemiciclo para mantener este rumbo», recuperando el tono del mensaje de consenso político con el que llegó en 2008 a la Presidencia.

Pero fue un espejismo. Obama advirtió a los republicanos que «combatiré la obstrucción con acción» para impedir un retorno a las políticas que provocaron la crisis económica. «No volveremos a la economía debilitada por la deslocalización, la deuda y los beneficios financieros irregulares», prometió, para recordar que, tras el estallido de la crisis, «las personas que estaban en la parte alta vieron sus ganancias crecer como nunca antes, pero la mayoría de los trabajadores estadounidenses se vieron asfixiados».

Reglas y oportunidades

«Podemos contentarnos con ser un país en el que a un número cada vez más limitado de personas le va muy bien, mientras que a una mayoría creciente les cuesta sobrevivir; o restaurar una economía en la que todos tengan su oportunidad (...) Esto no depende de valores demócratas o republicanos, sino de valores estadounidenses».

«Es hora de aplicar las mismas reglas a los de arriba que a los de abajo: ni planes de rescate, ni dádivas, ni escapatorias... Que cada uno asuma sus responsabilidades», destacó.

En esta línea, el presidente estadounidense propuso una reforma de la fiscalidad que instaure una tasa impositiva mínima del 30% para los que ganen más de un millón de dólares y mantenga congelados los impuestos para los que ganen menos de 250.000 dólares.

Lucha de clases-sentido común

«Podéis llamar a esto lucha de clases si queréis, pero al hecho de pedir a un millonario que pague al menos lo mismo que su secretaria en impuestos la mayoría de los estadounidenses lo llamarían sentido común», señaló tajante en un mensaje a los republicanos. «Debemos cambiar las normas para que personas como yo y un gran número de miembros del Congreso paguemos nuestra tasa justa de impuestos», ejemplificó.

Para subrayar este mensaje, reclutó a la secretaria del multimillonario Warren Buffett, Debbie Bosanek, una de las invitadas a presenciar la alocución presidencial desde el balcón reservado a la primera dama.

Buffett hizo famosa a Bosanek al defender el año pasado que los ricos pagaran más impuestos, poniendo de relieve que las reglas fiscales en EEUU son tales que, proporcionalmente, su secretaria paga mucho más al erario público que él.

Su llamamiento a reformar una fiscalidad ventajosa para los ricos, heredada de su predecesor, Bush hijo, no es una novedad y ha sido vetada por los republicanos. Pero su propuesta fiscal, que puede parecer tímida, por no decir pacata, desde la óptica europea, puede poner en aprietos a sus adversarios. Si se pronuncian abiertamente contra ella, podrían aparecer como únicamente preocupados por las grandes fortunas.

Para Michael Traugott, de la Universidad de Michigan, esta estrategia podría dar frutos. «Su discurso se ha centrado en valores», glosó, aventurando que la noción de cierta justicia fiscal podría seducir al electorado, sobre todo a las clases medias y a los trabajadores.

Pero la propuesta tiene un objetivo táctico. Y es que llega en plena polémica en torno a uno de los favoritos a la candidatura republicana, el multimillonario Mitt Romney.

El preferido del establishment del Old Party, duramente criticado por haber hecho fortuna al frente de un fondo de inversión que compraba a precio de saldo empresas en dificultades despidiendo a sus trabajadores y revendiéndolas por su peso en oro, ha tenido que hacer pública su declaración de impuestos. Paga una tasa del 13%, mientras que la tasa impositiva máxima para los asalariados llega al 35%.

Obama adoptó un tono igualmente combativo contra Wall Street y defendió reforzar el arsenal jurídico contra los abusos de las instituciones financieras. Así, anunció que los grandes bancos y las instituciones financieras «no podrán hacer inversiones arriesgadas con los depósitos de los clientes (...). Estarán obligados a escribir un 'testamento en vida' en el que se detalle exactamente cómo pagarán las deudas en caso de fracasar, porque nosotros no vamos a volver a darles una fianza de nuevo», prometió.

«Las normas para evitar el fraude fiscal, los activos tóxicos o los sistemas de aviso adecuados no destruyen el libre mercado, hacen que el libre mercado funcione mejor», sentenció.

La realidad de los datos

Los analistas coinciden en que, si su triunfo en 2008 estuvo basadoen el deseo de cambio de los estadounidenses, su reelección dependerá ahora de si ha acertado a tocar la tecla adecuada. Costas Panagopoulos, de la Universidad Fordham, piensa que «puede convencer, pero debe acercarse al electorado y no creo que lo haya logrado con un discurso».

12 horas después de su alocución, Obama inició una gira que le llevará a Iowa, Arizona, Nevada, Colorado y Michigan, la mayor parte estados claves en su histórica victoria hace cuatro años. Y es que su popularidad sigue en un 44%, lejos del 50% que le garantiza la reelección. No obstante, puede tener el consuelo de que la popularidad del Congreso, en cuya Cámara de Representantes tienen mayoría los republicanos, es mucho menor y no supera el 13%.

Pero, más allá de percepciones, serán los datos de la economía los que decidan, más que la suerte de Obama, las posibilidades de los republicanos de vencerle. Y el dato del 8,5% de paro, históricamente elevado para EEUU, aunque en muy lenta recuperación, no le favorece.

«El estado de la Unión es cada vez más fuerte», sentenció Obama. Un desideratum que debe ser interiorizado por los electores más allá del estado real de la economía estadounidense.

Los republicanos critican su «olvido» del paro

Los republicanos reaccionaron al discurso de Barack Obama reprochándole que hablara de sus políticas económicas olvidando su pobre balance en materia de paro, que llega al 8,5%, y de finanzas públicas, «con una explosión sin precedentes del gasto», según subrayó el gobernador de Indiana, Mitch Daniels, en la respuesta oficial de su formación. Daniels opinó que la política del presidente en materia de energía cayó en el «extremismo», en referencia al rechazo de Obama a un permiso para la construcción de un oleoducto gigante entre Canadá y Estados Unidos. Por su parte, el candidato en las primarias Mitt Romney dijo esperar que «el de hoy sea el último discurso sobre el estado de la Unión de Barack Obama».

Más inquebrantables que nunca en su oposición a Obama, los republicanos del congreso, que no le han hecho a ni una concesión desde que llegara a la Casa Blanca, acogieron fríamente su discurso. Durante una hora tuvieron que oír hablar de una economía con las mismas reglas para todos y donde cada uno pagaría su «justa parte», frases que provocan su rechazo frontal. Pese a sentarse junto a algunos electos del partido rival, el ambiente no era de camaradería y evitaron los aplausos. «Era un discurso de campaña típico », criticó James Lankford, un joven del ala más derechista. La representante Cathy McMorris-Rodgers dijo estar decepcionada de que el discurso fuera «una repetición de políticas que han defendido en el pasado y han fracasado». GARA

Defiende la retirada de Afganistán y abre todas las opciones contra Irán

«Que no haya ninguna duda: América esta determinada a impedir que Irán adquiera el arma nuclear y se reserva todas las opciones sobre la mesa para conseguirlo». Barack Obama quiso mostrarse contundente con Teherán, pese a manifestar que «una resolución pacífica de esta cuestión todavía es posible». El presidente de EEUU afirmó que Irán «está más aislado que nunca» y las sanciones contundentes y la presión no se reducirán».

En cambio se congratuló por la estrategia en Afganistán, donde se ha mostrado dispuesto a dialogar con los talibanes y afirmó que la alianza con ese país evitará nuevos ataques en suelo estadounidense. Lejos de entrar en polémica con los republicanos, el mandatario se limitó a defender la retirada gradual de tropas dentro del calendario acordado con la OTAN, que concluirá en 2014 y que ha enviado este año a diez mil soldados a casa. «El impulso que habían logrado los talibanes se ha roto», sentenció el mandatario. Obama comenzó su discurso recordando la muerte del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden y el fin de la guerra de Irak, como sus éxitos en política exterior. «Acabar con la guerra de Irak nos ha permitido atestar golpes decisivos contra nuestros enemigos. Desde Pakistán a Yemen, los agentes que siguen trabajando para Al Qaeda están malviviendo», aseguró. Sobre Siria, dijo que no duda de que el régimen del presidente Bashar al Assad «descubrirá pronto que las fuerzas del cambio no tienen marcha atrás y no se puede negar la dignidad humana».

La región latinoamericana brilló por su ausencia en el discurso. Únicamente hizo una breve mención a los Tratados de Libre Comercio con Panamá y Colombia. GARA

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo