El vicepresidente económico, Álvaro Miranda, se encargó de subrayar que la reforma del IRPF «no gusta» al Ejecutivo foral, aunque añadió que es «coherente» con la decisión de reducir el déficit.

La medida, que se aplicará ya en las nóminas de febrero y se prolongará en 2012 y 2013, prevé incrementos de entre medio punto y cinco puntos dependiendo de los ingresos, y sigue la estela de la reforma española, aunque, como anunció días antes la presidenta Yolanda Barcina, los incrementos son más «suaves» que en el Estado. Este extremo se evidencia, sobre todo, en las rentas más altas.

Así, deja como están hasta ahora, sin ninguna subida, las retenciones para bases imponibles de hasta 3.805 euros (13%), y a partir de ahí, aplica un recargo del 0,5% para el segundo y tercer tramo (22,5% hasta los 8.499 euros y 25,5% hasta los 17.526 euros). Precisamente, este tramo, en el que se incluye el 63,5% de los contribuyentes, es el único en el que la retención es superior a la del Estado, donde se ha fijado en el 24,75%. A partir de ahí, las tarifas son alrededor de un punto inferiores a las del Estado español.

En la misma sesión, el Ejecutivo aprobó también una subida de retenciones a la rentas de capital, en este caso entre un 1% para bases imponibles de hasta 6.000 euros -con lo que queda en el 20% frente al 21% estatal- y un 5% para bases imponibles superiores a 24.000 euros -26% frente al 27% del Estado-.

Bildu, que recordó que UPN y PSN se opusieron a esta propuesta de reforma cuando fue planteada y votada en el pasado debate de los presupuestos, acusó a ambos partidos de aplicar las medidas decididas por el PP, y reclamó llevar a cabo «la reforma fiscal que necesita la sociedad navarra».