Iñaki IRIONDO 

Los derroteros por los que va el Ministerio del Interior, sembrando la alarma social en torno a la inactividad de ETA, resultan altamente inquietantes por contradictorios. El discurso de Jorge Fernández Díez y las arengas del director general de la Policía, Ignacio Cosidó, no solo se dan de bruces con la realidad y con algunas decisiones  propias como la reducción de escoltas, sino que concuerdan muy mal con lo que en la declaración solemne dijo Mariano Rajoy el 20 de octubre de 2011 y con los movimientos que está realizando Antonio Basagoiti (incluidos los desplazamientos físicos en moto y sin «acompañamiento»). Al parecer, existe también una disonancia entre lo que el ministro dice en público y lo que habló entre las cuatro paredes del Palacio Artaza, lo que ha llevado al propio Rodolfo Ares a compartir con sus próximos muy malos augurios.

Así que la pregunta en estos momentos empieza a ser la de quién dirige la política gubernamental en lo relativo a Euskal Herria, ¿Mariano Rajoy o Jaime Mayor Oreja? O si, tal vez, en realidad su estrategia es la misma, las teorías conspiranoides se han apoderado de la Moncloa y un día de estos escuchamos en rueda de prensa a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, decir que se ha abierto la vía de investigación sobre la autoría de ETA en los atentados del 11-M.

Mariano Rajoy se va a reunir mañana con el lehendakari, Patxi López, y pronto lo hará también con el presidente del EBB, Iñigo Urkullu. Pueden ser dos visitas importantes para hacer un diagnóstico sobre el grado de ajuste de la percepción de la realidad que tiene el presidente del Gobierno. Porque -permítase la expresión- se puede admitir que un gobernante sea un cabrón, pero no que sufra alucinaciones que le alteren el juicio. Porque con un cabrón se puede dialogar y hasta convencerle de que lo será más grande y peor si cambia de estrategia. Con un alucinado no hay nada que hacer y eso sería un desastre para todo el país. Hablar de lo que está ocurriendo en Euskal Herria en los términos en los que lo hacen públicamente Jorge Fernández, Ignacio Cosidó y su exjefe Jaime Mayor Oreja, es una auténtica alucinación.

Hay quien apunta que el equipo de Interior necesita tiempo para aterrizar y quien sostiene que es el Gobierno quien pretende ganar tiempo. Que sea pues tiempo lo que necesitan y no antipsicóticos.