Un jurado popular ha decidido absolver a Francisco Camps -alguien tendrá que explicarme por qué a alguien con el poder de este personaje le juzgan ciudadanas y ciudadanos normales que pueden estar sometidos a gran presión- y sus compañeros de partido, algunos al menos, están que no caben en sí de gozo. Ayer, dos de ellos escribían en «La Razón» sendos artículos alabando al expresidente valenciano.

Esteban González-Pons lanzaba su tesis desde el titular: «Un hombre honrado». Y sostenía que el celebrado contra Camps «es el proceso judicial más politizado de la democracia». Servidora recuerda unos cuantos más, que han afectado a miles de vascas y vascos. Pero el pepero iba a lo suyo: «un proceso que, mientras estaba bajo secreto de sumario para los acusados, era sistemáticamente filtrado a los medios con un sesgo negativo». ¿Les suena? Y claro, con tales mimbres, sostiene que «este asunto judicial demuestra que cuando la política entra en la sala, la Justicia sale por la ventana». No podría estar más de acuerdo, pero que el PP se queje de la politización de la Justicia... Al final concluye que «las toneladas de páginas y horas de televisión para acabar con la reputación de Francisco Camps, no han podido resistir el peso de la realidad de un hombre honrado, coherente y siempre, inocente». Pues me da que en Valencia muchas no piensan lo mismo.

Aunque la alcaldesa de la capital está claro que sí. Rita Barberá escribía otro artículo, donde aseguraba que «los valencianos hemos tenido un President honrado, un gran President que es patrimonio de todos para nuestro orgullo». Mejor si no habla de patrimonio... La primera edil de Valencia insistía en darle coba a Camps, y señalaba que «su grandeza humana, su paciencia en todo este proceso, y el sacrificio tremendo que hizo -al dejar su cargo para defender su honor y el de su familia- da la talla de la enorme dignidad personal y política que -decida lo que decida para su futuro- siempre habrá de reconocérsele». Pues servidora cree que aunque cinco personas hayan decidido no empurarle, será muy difícil que alguien se olvide lo que se ha visto y oído en el juicio al «amiguito del alma» del jefe de una trama corrupta.