La Moncloa sigue muy lejos de Euskal Herria
Patxi López acudió ayer a la Moncloa para reunirse con Mariano Rajoy, en el primer encuentro entre ambos mandatarios desde que el PP se hizo con las riendas del Gobierno español. La cita, en la que el nuevo ciclo político abierto en Euskal Herria ocupó un lugar preferente, estuvo precedida por la reunión que los titulares de Interior de ambos ejecutivos mantuvieron el martes en Leioa y la ronda de contactos que los integrantes de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) han llevado a cabo con los principales agentes políticos y sociales de este país.
Precisamente, el lehendakari confirmó ayer que su gabinete ha establecido contacto directo con los verificadores, con quienes el PP no ha querido reunirse -es el único partido que ha declinado la invitación-, lo que es un indicador de que ambas partes miran a la actual coyuntura desde un prisma diferente. Sin embargo, el propio López se encargó de limitar el alcance de las discrepancias a cuestiones de «enfoque», en la rueda de prensa posterior al encuentro, comparecencia en la que, además, dejó claro que sus posiciones siguen alejadas de lo que demanda la sociedad vasca. Porque el mandatario autonómico reclamó cambios en la política penitenciaria y expuso lo injustificado y paradójico que resulta que la izquierda abertzale no cuente aún con una formación política legal, pero lo hizo con tantos matices, reculó tanto ante el acoso de la prensa más ultramontana, que una vez más quedó lejos del liderazgo que se presupone a su cargo. Puede decirse que se limitó a trasladar a Rajoy cómo piensa y siente este país, pero sin asumir como propio ese sentimiento.
López y Rajoy representaron ayer a dos gobiernos -y a dos partidos- a los que el nuevo escenario les ha cogido a contrapié y que llevan mucho tiempo a la defensiva. Y cuanto más tarden en comprender que el aire que se respira en las calles de Euskal Herria es muy diferente al de la sala de prensa de la Moncloa, más les costará luego recorrer el camino que les aguarda.