Nada más entrar, el mundo de la construcción nos muestra diferentes opciones al margen de los materiales tradicionales, como aislantes hechos de corcho o lana de oveja, construcciones en madera y placas solares. Algunos van más allá y proponen edificaciones bioclimáticas que tienen en cuenta las condiciones meteorológicas y aprovechan los recursos disponibles. Los recuperadores de agua y la maquinaria para potabilizar la lluvia abren también nuevos horizontes al concepto de «casa».

Unos pasos más allá, el ladrillo se convierte en pequeños trozos redondeados de telas -al acercarse, Olivia explica con una sonrisa que se trata de compresas reutilizables- y los hay de todos los tamaños y colores, con dibujos divertidos o sobrios. Cuestan desde 13 euros el salva-slip hasta 18 la talla grande. Un éxito comercial.

«La ecología y la crisis pueden ir juntas, sobre todo cuando se puede ahorrar. En un año y medio rentabilizas el gasto y duran aproximadamente siete años. Además, reduces la cantidad desechos» explica.

«Es algodón ecológico que está tejido de manera diferente para que absorba más, y se puede limpiar más fácilmente», añade Olivia. Un concepto que sirve también para los pañales que exponen otros estands.

La puericultura está muy presente en el salón. «Muchas veces, las preocupaciones sobre lo que se come y se viste empiezan cuando uno se convierte en padre o madre», aclara Anaïs, que tiene un puesto de ropa y pañales elaborados con algodón ecológico.

Garbiñe, llegada desde Donostia y que también ofrece este tipo de productos ve claramente una vuelta a los pañales reutilizables: «Sobre todo son los jóvenes los que se animan, porque los mayores tienen la idea de los pañales de antes, pero estos se pueden limpiar en la lavadora y vienen con una tela aislante que evita que se escape nada. Y son microporosos, para que el culito no se convierta en un invernadero». Para un niño de dos años se necesita una inversión de unos 300 euros, mientras que con los pañales desechables se gasta más de 1.000 al año.

Conceptos modernos

La vuelta a los productos antiguos con concepciones modernas se puede percibir por toda la feria: nuevas aportaciones a las antiguas ideas, como la cera de zapatos, una mezcla de cera de abejas con aceite de jojoba que nutre tanto los zapatos como sofás, chaquetas o bolsos de piel. Milo se ofrece al paseante para limpiarle los zapatos y hacerle descubrir las maravillas del producto: «El cuero al envejecer se seca. Este producto lo nutre y lo impermeabiliza. Resalta el color y el brillo, y además se seca enseguida; uno se puede sentar en el sofá dos minutos después de darle la cera». El bote vale 25 euros y dura aproximadamente un año.

Las algas, las infusiones y los productos de aromaterapia tienen su lugar en este salón, lo que no le quita protagonismo al foie de pato, al vino, al chocolate o a la cerveza. El hígado, el magret y el confit de pato están presentes gracias a Sylvian Lopez, de Carcasona: «Criamos a los patos al aire libre y no les forzamos a comer. El pato es un animal al que le gusta mucho comer, por lo que se puede cebar sin forzarlo y, si alguno no quiere comer tanto, se cocina como pato no graso». La oferta de comidas embotadas con recetas clásicas se completa con las innovaciones que incorporan ingredientes como el curry.

El tiempo de descanso también se puede enfocar ecológicamente gracias a una cama hecha totalmente de madera, con un somier que se amolda perfectamente a la forma del cuerpo y con un colchón de látex natural. La cara de satisfacción de las personas allí tumbadas demuestran su «ecomodidad».

La zona de ocio también muestra una oferta muy variada. Junto con las vacaciones o excursiones que explican cómo respetar el medio ambiente, Bil ta Garbi ha preparado talleres para confeccionar tus propios productos de limpieza y belleza. Así, la reducción de residuos y la autoproducción pueden llevar a crear productos que van desde la máscara nutritiva de aguacate al exfoliante de azúcar y miel, pasando por el lavavajillas o desinfectante multiusos.