Iñaki Errazkin Periodista y escritor
Viejas costumbres que se irán eliminando
En el incomparable marco de la XXI Feria Internacional del Libro de La Habana, Fidel Castro Ruz, líder histórico de la revolución cubana, participó en el Encuentro de Intelectuales por la paz y la preservación del medio ambiente. Durante nueve horas, reconocidas personalidades de la cultura y de la ciencia, entendidas estas en sentido lato, intervinieron para dar su opinión sobre el presente y el futuro de este planeta que nos alberga. En un momento determinado del encuentro, el politólogo argentino Atilio Borón expresó su preocupación por las «absurdas divisiones en el seno de la izquierda que, a veces, provocan censuras incluso entre quienes comparten ideales superiores», a lo que el Comandante respondió: «Son viejas costumbres que se irán eliminando».
Una vez más, Fidel habló como el sabio que es, augurando la inexorable reconducción del comportamiento sectario que retrasa el avance de los «ideales superiores» mencionados por Borón y que continúa siendo habitual en esos izquierdistas infantiles que el propio expresidente cubano bautizó hace unos años como «superrevolucionarios».
Y es que, efectivamente, antes o después, estos onerosos compañeros de viaje han de entender la diferencia cualitativa que existe entre sus fines personales o partidistas y los comunes, léase lograr el anhelado cambio estructural que haga de este mundo insoportable un lugar amable, justo, solidario y divertido.
Hace unos días, en un acto público con el dirigente jornalero Diego Cañamero, viejo amigo y camarada de quien esto firma, también abordamos este tema. Yo le decía que nos tenemos que preguntar ante cada paso que vayamos a dar si este nos va a acercar al objetivo universal que compartimos las distintas familias de la izquierda anticapitalista, evitando, en caso contrario, esfuerzos vanos, y, sobre todo, desviaciones que nos acaben alejando de él.
Se trata, al fin y al cabo, de algo tan sencillo (y a la vez tan complejo, dada la mezquindad de quienes anteponen sus prioridades al bien común) como es aplicar las enseñanzas del materialismo dialéctico.
Es una cuestión de tiempo, dice Fidel con razón, pero también es una cuestión de método, de inteligencia y de generosidad.