Con Iñaki Urdangarin, según Jaume Matas, hay que hacer negocios, recibirlo, saltarse la ley a la torera por una razón tan simple como objetiva: es el Duque de Palma. La entrevista que concedió a Jordi Évole, es uno de esos ejercicios periodísticos que deberán analizarse con mucho más detenimiento. Presentada como una película de serie negra, su desarrollo fue espectacular en cuanto a la manera de tratar al protagonista y por cómo el afectado, inculpado por varios delitos mayores, se convirtió, al entender de mucho espectadores en una suerte de testigo de cargo muy especial. Alabándolo, colocando su rango aristocrático, su relación con la Casa Real como manta y coraza anti acusaciones para cualquier circunstancia.

En entrega anterior vivimos en directo la llamada del propio Jaume Matas propiciando la entrevista. Por lo tanto, y tras escuchar como Évole le decía que de acuerdo, pero que él tenía la costumbre de entrevistar a políticos con cámaras grabándolo todo, fijaron lugar y fecha y allí fueron. ¿Por qué le interesaba a un ser tan escurridizo aparecer en el programa «Salvados»? ¿Era una manera de amortiguar toda la investigación que estaban haciendo sobre el paralelismo entre Mata e Urdangarin? ¿Las veladas acusaciones que vertió sobre Iñaki Urdangarin se deben entender como una amenaza que le puede servir para ser tratado de mejor manea en los tribunales?

De las muchas insinuaciones que dejó caer, hubo una que resultó muy esclarecedora: «No entiendo porque nadie investigó este caso si hace dos años el juez instructor me hizo preguntas sobre ello de manera exhaustiva». O sea, el juez sabía lo que había sucedido y hasta hace unas semanas no salió a la luz, ¿por qué? Seguramente por lo mismo que Jaume Matas llegaba a conclusiones definitivas: porque era (es) Duque de Palma. Y por lo tanto no hacía falta hacer convocatoria pública para organizar unos foros que costaban más de un millón de euros, y es que, lo dijo un ex-ministro de Aznar y un ex-president de le Illes, «no todos somos iguales». Es decir, no todos somos duques de Palma. Por cierto, esta entrega tuvo una audiencia a la altura del interés que tenía lo que ofreció.