Belén MARTÍNEZ Analista social
El teorema de Garzón
Le recrimina el Tribunal Supremo, porque hay cosas que solo pueden hacerse «excepcionalmente... en el ámbito personal exclusivo de los supuestos de terrorismo». Lo condenan a una multa de «2.520 euros» y «once años de inhabilitación especial para el cargo de juez o magistrado». De nuevo, la piel de toro se divide en dos mitades simétricas e irreconciliables.
Para mí, la sentencia (su contexto) no es una buena noticia. No lo es, porque los implicados en la trama Gürtel no han sido condenados. Tampoco lo es que la acusación particular haya sido promovida por el sindicato ultraderechista Manos Limpias y la asociación Libertad e Identidad. Ambos colectivos propugnan la «ontologización» de España (una grande y nunca roja) y practican el negacionismo ante los crímenes franquistas.
A pesar de que me gustaría que algún día fuera juzgado por las tropelías que cometió durante su ejercicio como magistrado en la AN, nunca condenaría a Garzón por declararse competente para investigar los crímenes del franquismo. Solo le formularía la siguiente pregunta: ¿Dónde estaba usted durante el proceso de restitución democrática de jueces y fiscales del TOP? Que la Audiencia Nacional condene el franquismo es un oxímoron (con retroactividad).
En «La verdad y las formas jurídicas», Foucault desgrana el saber edípico. Dice que «el exceso de poder, el exceso de saber, fueron tales que el protagonista se tornó inútil, su imagen se tornó monstruosa al acoplarse ambos fragmentos de la tesela». Pienso en el superjuez invocando su inocencia y dirigiéndose a Tiresias: «Tú deseas mi poder; has armado una conspiración contra mí para privarme de mi poder».