Entre la obediencia debida y la realidad
Antonio Basagoiti no dijo nada nuevo cuando compareció para detallar lo que había dado de sí su reunión con Mariano Rajoy. Tampoco podía esperarse otra cosa de un encuentro entre el líder de un partido político y un destacado dirigente del mismo. A nadie se le escapa que la posición del PP respecto al nuevo tiempo abierto en Euskal Herria la fija su presidente, que en este caso ha regalado al jefe de su partido en la CAV una fotografía con la que dar realce a su figura. A partir de ahí, el político bilbaino se limitó a repetir, en su tono habitual, lo que ya había dicho anteriormente.
Después de citar expresamente a Patxi López e Iñigo Urkullu para reprocharles que estén «todo el día hablando de los presos», Basagoiti anunció que buscará acuerdos con PSE y PNV para afrontar juntos el escenario abierto tras el histórico anuncio de ETA. Sin embargo, tanto el PP como las dos formaciones interpeladas saben que no hay solución posible que pase por la exclusión de una parte tan importante de la sociedad como la que representa la izquierda soberanista. La misma que el año pasado disputó la primacía electoral a los jeltzales y batió con claridad al resto. Precisamente, los llamamientos a impedir que los independentistas marquen la agenda y «rentabilicen» el nuevo ciclo político indican que las últimas confrontaciones en las urnas han disparado alarmas y desatado obsesiones.
La situación de Basagoiti es complicada, porque a la obediencia que debe a lo que se decide entre la calle Génova y la Moncloa tiene que oponer la constatación de que la sociedad vasca está en las antípodas de la posición que mantiene el Gobierno español. Y eso puede afectarle negativamente cuando apenas restan unos meses para las próximas elecciones autonómicas. Por eso Rajoy le regaló ayer esa foto, porque aunque no va a desviarse ni un milímetro de la posición oficial de su partido, puede intentar aparentar que tiene un perfil propio. Aunque este deje mucho que desear.