La Policía reprime la protesta que evocaba la revuelta en Bahrein
Las fuerzas de seguridad bahreiníes reprimieron ayer con dureza a los manifestantes antigubernamentales que pretendían conmemorar en la plaza de La Perla el primer aniversario de la revuelta que estalló en el pequeño país del Golfo a la estela de la Primavera Árabe para exigir democracia y que fue cortada de raíz por la monarquía. «Estamos en un estado de excepción no declarado», aseguró el movimento opositor chií Al-Wefaq.
GARA | MANAMA
La Policía antidisturbios de Bahrein recurrió a gases lacrimógenos, granadas aturdidoras y balas de goma para impedir que decenas de manifestantes antigubernamentales chiíes se concentraran en la emblemática plaza de La Perla (Lulu, en árabe), en Manama, con motivo del primer aniversario de la revuelta que estalló el año pasado para exigir más democracia y cuya represión ha llevado a esta monarquía absolutista a un estancamiento político. Además, miles de chiíes se manifestaron en otros lugares de la capital y sus alrededores convocados por Al-Wefaq, principal grupo de la oposición chií.
Los manifestantes denunciaron que los agentes les dispararon a ellos y no al aire, cuando estaban cerca del punto neurálgico de las protestas del año pasado, icono urbano erigido en la década de los 80 para conmemorar la creación del Congreso de Cooperación del Golfo y que fue demolido y cerrado al público a media- dos de marzo, un mes después del inicio de la revuelta contra la dinastía de la familia Al-Khalifa, en un intento desesperado del rey, Hamad bin Isa al-Khalifa, de acabar con las manifestaciones.
El lunes, decenas de manifestantes que intentaron llegar a la plaza de La Perla fueron atacados por las fuerzas de seguridad, miles de cuyos efectivos habían sido desplegados por todo el país para ahogar el resurgimiento de las protestas, que desde su inicio suman al menos 60 muertos.
Las manifestaciones se repitieron ayer y fueron también duramente reprimidas. La Asociación de Jóvenes de Bahrein por los Derechos Humanos informó del arresto de un número indeterminado de personas. La agencia oficial de noticias BNA difundió la detención de «un grupo de saboteadores» que prendió fuego a un transformador eléctrico en una aldea chií cercana a Manama, y atacó a los efectivos que intentaban apagar el fuego.
Los vehículos blindados volvieron a patrullar las calles de Manama, algo inusual desde que en junio se levantara la ley marcial decretada al comienzo de la revuelta en febrero, lo que pone de manifiesto el temor de las autoridades a un nuevo levantamiento de la mayoría chií.
Desde primeras horas de la mañana de ayer, decenas de jóvenes trataron sin éxito de llegar a la plaza de La Perla, en respuesta al llamamiento del grupo «Jóvenes del 14 de febrero», que utiliza las redes sociales para movilizar masivamente a sus seguidores. La Policía se desplegó en las principales carreteras y rodeó las aldeas chiíes cercanas a Manama, como Sanabes, Deih y Jidhafs, para impedir que sus habitantes se unieran a las protestas.
«Estamos en un estado de excepción no declarado», afirmó Matar Matar, un responsable de Al-Wefaq, que, sin embargo, no apoyó la convocatoria de marchar hasta la emblemática plaza. «Todas las plazas y calles son lugares en los que renovamos nuestro compromiso de continuar la lucha hasta que nuestras demandas sean satisfechas», dijeron en un comunicado los partidos tradicionales de la oposición.
El rey llamó a la «cohesión» entre las comunidades suní y chií, más divididas que nunca, en un discurso en el que no hizo referencias a la revuelta.
El Gobierno británico vendió durante todo 2011 armas al régimen bahreiní, incluidos fusiles, silenciadores y pistolas, pese a la violenta represión contra los manifestantes antigubernamentales, según datos del Ministerio de Comercio publicados por «The Guardian».
Las fuerzas de seguridad bahreiníes detuvieron ayer a cuatro activistas estadounidenses durante los disturbios en Manama. Estos arrestos se suman a la deportación el domingo de otras dos activistas estadounidenses, que estaban en Bahrein para apoyar las protestas antigubernamentales.
Bahrein, situado entre Arabia Saudí y Qatar, es el país más pequeño y la única satrapía de la región con una población mayoritariamente chií aunque gobernada desde 1783 por la dinastía suní Al-Khalifa. Aproximadamente el 54% de sus poco más de 1.200.000 habitantes es extranjero y más del 70% de su población indígena (80%, según algunas fuentes) pertenece a la comunidad chií.
Aunque se presenta como una monarquía constitucional, la realidad es otra, ya que la democracia es solo aparente y el Ejecutivo gobierna al dictado de la familia real, que ocupa los puestos de responsabilidad.
Las protestas en Bahrein son producto del descontento de la mayoría chií, que denuncia su histórica discriminación y que no ha tenido acceso a la riqueza en un país que ha experimentado una bonanza económica gracias al petróleo. Hay quienes hablan de apartheid por la prohibición de acceder a cargos públicos. Incluso muchos de los miembros de las fuerzas de seguridad son suníes traídos de Pakistán y Siria para evitar que las fuerzas de seguridad se pongan de parte de la población.
El movimiento de oposición chií Al-Wefaq obuvo 18 de los 40 escaños en las elecciones parlamentarias de octubre de 2010, pero abandonó la Asamblea después del estallido de las protestas el 14 de febrero de 2011 a la estela de la Primavera Árabe. Su líder, jeque Ali Salman, pidió la constitución de una verdadera monarquía constitucional, en la que primer ministro sea elegido por el pueblo y no nombrado por el rey.
Su importancia estratégica excede con creces su tamaño. Privilegiado aliado de EEUU sobre todo a partir de la primera guerra del Golfo de 1991, Washington utilizó sus bases allí para atacar a Irak en la segunda guerra del Golfo iniciada en 2003 y es sede de la V Flota de la Marina de EEUU. GARA