La información publicada en este diario de que el Gobierno de Lakua está impulsando la candidatura de Baltasar Garzón para que se haga con el premio René Cassin a la defensa y promoción de los derechos humanos, motivó ayer un agrio rifirrafe entre Idoia Mendia y Juanjo Agirrezabala. El parlamentario de EA había formulado una pregunta reprochando al Ejecutivo que promueva una candidatura para un galardón que organiza el propio Departamento de Justicia, a lo que su titular respondió en un tono desabrido que rozó la falta de respeto hacia el electo abertzale.

El posible que la portavoz del Gobierno haga suya la tesis que sostiene que la mejor defensa es un buen ataque, pero no todo vale en el debate político, y mucho menos en sede parlamentaria. Desde luego, no vale faltar a la verdad, como cuando Mendia dijo que Josu Urrutikoetxea había ejercido la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento, ni asegurar que su interlocutor había insultado a los miembros del jurado, cuando tales insultos nunca se habían proferido. La consejera quiso apartar el foco de la noticia que motivó el debate y lo único que consiguió fue ponerse en evidencia. Si el Gabinete de Patxi López pretendía refutar que esté impulsando la candidatura de Garzón, ayer consiguió todo lo contrario.

Porque, más allá de las formas, si algo quedó claro es que quienes hoy gobiernan en Lakua creen que el exmagistrado es merecedor del galardón. La defensa que Mendia hizo de su figura fue antológica. Entre otras cosas, expuso como mérito que fuera el creador de la teoría del «todo es ETA» y espetó a Agirrezabala que es eso lo que le molesta. La portavoz del Ejecutivo está muy alejada de la realidad si desconoce que es la mayoría de la sociedad vasca la que rechaza la actuación de un juez que ha enviado a prisión a cientos de personas solo por su militancia abertzale. Aunque también es cierto que es esa teoría la que ha hecho posible que ella sea consejera. Quizá por eso le tiene tanto aprecio a Garzón.