Putin busca asegurar la Presidencia en la primera vuelta
El actual primer ministro ruso y candidato de Rusia Unida a la Presidencia, Vladimir Putin, quiere asegurar una victoria en la primera vuelta de los comicios que le garantice el domingo su regreso a la Jefatura del Estado. Putin se enfrenta a cuatro candidatos pero, sobre todo, a una movilización social de rechazo que no conoció en anteriores elecciones.
GARA |
El actual primer ministro ruso, Vladimir Putin, quiere asegurar una contundente victoria en la primera vuelta de las presidenciales rusas para volver por la vía rápida a la Presidencia que ya ocupó durante dos mandatos. Putin, que en 2008 cedió el puesto de presidente a su protegido, Dmitri Medvedev, intercambiando el de jefe de Gobierno, no abandonó en realidad el poder y el manejo de sus hilos en Rusia.
Si consigue salir elegido, el exagente de la KGB tendrá por delante un mandato de seis años que podría renovar por otros tantos. Pero esta vez, su popularidad no es la misma que en 2000 o en 2004 le permitió arrasar en los comicios al presentarse como defensor de la unidad de Rusia, en medio de una guerra en Chechenia, o abanderar la vuelta del país a su papel como potencia mundial.
Los sondeos estiman que Putin ganará con casi el 60% en la primera vuelta, aunque algunas encuestas no lo ven tan claro. Si no lo consiguiera, tendría que enfrentarse, más que a alguno de sus rivales, al profundo desecontento social que ha motivado movilizaciones sin precedentes en el país al grito de «Rusia sin Putin». Aunque sin un programa político que aglutine a la nueva oposición, sí los une el rechazo al actual primer ministro.
Las protestas crecieron tras las elecciones legislativas, que la oposición calificó como fraudulentas y exigió su repetición.
Aunque en un primer momento despreció las movilizaciones, la magnitud que alcanzaron, con decenas de miles de personas en las calles, obligó a Putin a modificar su discurso, ofrecerse a dialogar y abrir la puerta a la promesa de algunas reformas en materia electoral, por boca de Medvedev, aunque pueden quedar en poca cosa una vez que su mentor se siente otra vez en el Kremlin.
Más tensión social
«Las exageradas promesas realizadas por los dirigentes en vísperas de las elecciones también han disparado las esperanzas entre la población. El escenario más probable será el aumento de la tensión social en otoño», aseguró Lev Gudkov, director del centro Levada.
El movimiento de protestas ha hecho igualmente que Putin haya llevado a cabo una campaña más al uso, con una presencia abrumadora en los medios de comunicación y en la que ha recurrido al discurso populista de apelar a la defensa de la patria Rusia y a rechazar la injerencia extranjera. «Somos un pueblo ganador, lo llevamos en los genes», afirmó en un mitin multituindario ante más de 100.000 personas.
Pero su principal argumento es la estabilidad económica en las grandes cifras. En 2001 la economía rusa creció a un ritmo del 4,2% y, según las estadísticas oficiales, el desempleo se situó en el 6,6%, en medio de una crisis global.
Cuatro rivales
Los cuatro rivales de Putin apenas se le acercan en las encuestas. Al menos no en una primera vuelta. El líder comunista Guennadi Ziuganov recibiría en torno a un 16 % de los sufragios; el nacionalista Vladimir Zhirinovski cerca de un 9%, el multimillonario Mijail Projorov un 8 %, y el socialdemócrata Serguei Mironov un 6%.
Ziuganov es el eterno candidato, aunque sus posibilidades están lejos de las que tuvo cuando se enfrenó a Boris Yeltsin en 1996 y en las que, según algunos analistas, su victoria solo la impidieron los resultados amañados. En 1996 obtuvo el 40% de los votos en la segunda vuelta aunque en las últimas presidenciales se quedó en el 17%. Nostálgicos de la URSS y jubilados componen su base social. Esgrime la igualdad social como bandera y reclama la nacionalización de los recursos naturales y las industrias estratégicas, así como la subida de las pensiones y una vivienda digna.
El ultranacionalista Vladimir Zhirinovski, líder del Partido Liberal Democrático de Rusia apela incluso a la xenofobia con el lema «Rusia para los rusos», que excluye a los extranjeros y a cientos de etnias que habitan la Federación Rusa que, según Zhirinovski, deberían permanecer en sus tierras.
Sergei Mironov es candidato del partido Rusia Justa, pero durante una década era un fiel seguidor de Putin, quien lo propuso para presidir el Senado. Ahora, desvinculado de Rusia Unida tan solo desde 2011, se presenta como socialdemócrata y opositor al que fuera su líder.
Sobre las elecciones planea, además, la sombra del fraude del que el régimen de Putin ya fue acusado en las legislativas. La oposición parlamentaria asumió los escaños que consiguió, pero la calle reclamó la anulación de las elecciones. En esta ocasión, la oposición no parlamentaria ha advertido de que si en las presidenciales se repite el fraude, lanzará una campaña de desobediencia civil con protestas indefinidas a escala nacional. Antes de la cita con las urnas, la oposición ya ha convoca- do una manifestación el lunes en Moscú.
Aunque no cuentan con un programa político concreto, reclaman una nueva legislación electoral para que todas las opciones compitan en igualdad.
Los sondeos dan por seguro ganador a Vladimir Putin en la primera vuelta, con casi el 60% de los votos, aunque algunas encuestas no lo ven tan claro y abren la posibilidad de una segunda vuelta.
Mijail Projorov, el tercer hombre más rico del país a sus 46 años, es la única cara nueva en la baraja de candidatos presidenciales, ya que el resto repite. Muchos ven a Projorov como un títere del Kremlin, en un país acostumbrado a los «candidatos de paja» por parte del poder. Se postula a sí mismo como el candidato de la «derecha liberal» y los empresarios, aunque paradójicamente es rechazado por la mayoría de ellos.
Además, a ojos de muchos rusos representa a los nuevos ricos, denostados por amasar su fortuna durante los noventa a base de privatizar de forma fraudulenta las propiedades públicas heredadas de la extinta Unión Soviética. GARA