Inmerso en la campaña electoral, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, afirmó ayer ante más de 50.000 simpatizantes en Villepinte que el acuerdo de Schengen debe ser «revisado» y amenazó con suspender su participación si no se establece «un gobierno político de Schengen», similar al que se ha creado para el euro, que imponga a cada Estado «una disciplina común en el control de las fronteras».

Consideró que, actualmente, estos acuerdos «no permiten seguir respondiendo a la gravedad de la situación causada por los flujos migratorios».

«Si en la situación económica y social actual Europa no controla las entradas en su territorio, no podrá acoger dignamente a los que llegan y no podrá financiar su protección social», añadió. Para Sarkozy, la gestión de la inmigración «no puede dejarse en manos de tecnócratas y de tribunales, sino que debe ser la expresión de una voluntad política». Por ello, solicitó «instrumentos de gestión de crisis que permitan asistir a los países que afronten circunstancias excepcionales y un frente común para luchar contra la inmigración clandestina».

Asimismo, pidió que se adopte una cláusula que proteja los productos europeos frente a los de otros países y que las pequeñas empresas de la región tengan prioridad en el acceso a los contratos públicos en Europa, similar a lo que tiene Estados Unidos. «Si en doce meses no se ha avanzado en este aspecto, Francia lo adoptará de forma unilateral», aseguró ante un público entusiasta. «Europa ha abierto todos sus mercados y los otros no han abierto ninguno», criticó.

«Travesura» de Louis Sarkozy

Por otra parte, se vio obligado a pedir disculpas a una agente de Policía después de que su hijo Louis, de 15 años, y dos amigos le lanzaran tomates, canicas y bolas de papel desde el patio del palacio presidencial. La agente atravesó la calle y preguntó a los gendarmes de guardia frente a las rejas del Elíseo de dónde podían provenir tales objetos. Los militares señalaron inmediatamente a los responsables.