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14º Campeonatos del Mundo en pista cubierta

Estambul se tiñe de azul oscuro

Exhibición made in USA en una tarde feliz para Isinbayeva y Jelimo, con retorno a las alturas, mientras Xiang y Defer bajan un peldaño.

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Miren SÁENZ

La 14º edición de los Campeonatos del Mundo en pista cubierta, clausurada ayer en Estambul, deparó un aplastante triunfo de Estados Unidos, que no desaprovechó la última jornada para abrir una amplia brecha con el resto de selecciones. Su victoria estaba cantada, aunque no en esa proporción. Era tanta su ventaja en el medallero por países que ni siquiera la descalificación de su equipo masculino de 4x400 metros, luego recalificado, puso en peligro su privilegiada posición.

Con 18 medallas -10 de oro, 3 de plata y 5 de bronce- eran inalcanzables, teniendo en cuenta que los británicos -segundos- sumaron 9, solo 3 de ellas de oro, aunque un magnífico puesto para un equipo reforzado con nacionalizados que en menos de cinco meses pretende sacar partido de jugar en casa en los Juegos Olímpicos, donde el atletismo se convierte en el deporte rey. En tercera posición se situó Etiopía, con cinco chapas, 2 de ellas doradas.

Pocas pruebas se les resistieron ayer a los chicos y las chicas de azul, con triunfos inapelables en la prueba más larga del programa como son los 3.000 metros, las vallas y un par de dobletes en los concursos de salto -triple masculino y longitud femenina- poniendo a prueba toda su capacidad competitiva.

Así por ejemplo Brittney Reese, doble campeona mundial de longitud al aire libre, nunca había saltado más de 7 metros bajo techo y aprovechó la tarde para dejar su huella sobre la arena en 7,23 metros. Tercer mejor salto a cubierto de todos los tiempos y un espaldarazo de cara al oro olímpico, el único que le falta.

Hubo más sorpresas, como la protagonizada por Aries Merritt, campeón estadounidense de 60 vallas, ante Liu Xiang. El atleta más importante de China desde que se proclamó campeón olímpico en Atenas'2004 aspiraba a su segundo título bajo techo, pero se vio relegado a la plata por un Merritt que salió mejor y luego fue inalcanzable.

Otros, como Bernard Lagat, continúan siendo una apuesta segura para su selección de adopción. El exkeniata, que cambió el uniforme rojinegro por el de las barras y estrellas, defendió con éxito su título de Doha'2010 sin que le pesaran sus 37 años ante excompatriotas más jovenes y veloces como Choge y Soi, los dos hombres que más rápido han corrido a cubierto en lo que va de 2012.

El desenlace del 3.000 tuvo cierto suspense final tras la descalificación de Soi por obstruir a un rival aunque, tras prosperar la reclamación de Kenia, Mo Farah -la esperanza del fondo inglés para los Juegos de Londres- se quedó fuera del podio.

El 3.000 femenino tampoco contribuyó a prolongar el largo reinado de Meseret Defar. La etíope aspiraba a convertirse en la primera mujer en colgarse cinco oros consecutivos en la competición bajo techo, emulando al saltador cubano Iván Pedroso, pero la keniata Obiri se cruzó en su camino para desplazar a la plata a la principal referencia de la distancia como campeona y plusmarquista. Llegaba en forma y al frente del ranking de la temporada, y lo demostró durante toda la carrera, que perdió en la última curva.

No es de extrañar que poco después no ocultara su tristeza. Tuvo su sueño demasiado cerca para que la plata fuera un consuelo. Sí retiene su corona Verónica Campbell, la jamaicana que corrió los 60 metros más rápidos del año (7.01), y sale especialmente reforzada la vigente campeona olímpica de 800 metros, la keniata Pamela Jelimo, que parece recuperada para el atletismo tras un largo periodo de estar más fuera que dentro entres lesiones, baja forma y problemas personales. También ella cumplió con 1.58:83, la mejor marca de la temporada.

Cuarto oro para Isinbayeva

Pero si alguien ha recuperado la alegría de competir esa es Yelena Isinbayeva. La rusa vuelve a ejercer de zarina de la pértiga tras las amargas decepciones de Berlín'2009, Doha'2010 y Daegu'2011. A la de Volgogrado le ha sentado bien su reencuentro con su viejo entrenador Trofimov. El Atakoy Arena esperaba el tercer récord del certamen, una posibilidad razonable para alguien que acumula 28 plusmarcas universales, la última en sala hace solo dos semanas cuando en Estocolmo se elevó hasta los 5,01 metros.

Isinbayeva, fiel a su costumbre, accedió al foso con el listón en 4,70 cuando la mayoría ya habían acabado. Fue la altura que decidió las medallas, aunque no el oro en el que invirtió diez centímetros más. Acostumbrada a ganar, incluso con un solo salto, obtuvo su cuarto título en una competición de la que también guarda una plata. Lo celebró como siempre, con su espectacular voltereta.

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