Análisis | PROTAGONISTAS
El plomo rojillo apaga las bombillas bilbaínas
Ayudado por la suerte en los momentos claves, Osasuna hizo valer su experiencia frente a un Athletic que llegó justito al evento. Los duelos personales se desequilibraron tras el 1-0. A partir de ahi el partido fue cuestión de cabeza, no solo de cabezazos. La veteranía de Osasuna hizo que el reloj corriera en su favor durante muchos minutos. Acabó pidiendo la hora y con gente como Raúl García fundida, mientras que al Athletic le faltó algo de tiempo.
Ramón SOLA
Patxi Puñal no tiene tantos años como Ryan Giggs, ni Raúl García los galones de Wayne Rooney, pero Osasuna mostró bastante más solvencia que el Manchester United ante un Athletic evidentemente también más pesado que el jueves. La mayor parte de los duelos personales tuvieron color rojillo después de que el partido se rompiera con el desafortunado autogol de Iturraspe. A partir de ahí, Osasuna usó la cabeza como acostumbra, para rematar pero también para pensar, y logró comer mucho tiempo al partido sin que ocurrieran randes cosas. Por su parte, el Athletic solo halló luz en la segunda parte, sobre todo con el chispazo entre Ander Herrera y Fernando Llorente.
Raúl García-Iturraspe. El de Zizur se echó al equipo encima una vez más por juego, por carácter y hasta por remate. Estuvo en todas las peleas y supo poner el ritmo mortecino que le convenía al partido en la primera mitad. Definitivamente es el líder de este Osasuna. Justo lo contrario que Ander Iturraspe, atascado en todas las facetas, que ayer ni creó ni defendió ni impuso su ley en esa zona. El gol en propia puerta y la tarjeta culminaron una noche para olvidar, y se quedó en la caseta en el descanso.
Puñal-Muniain. Les separan diecisete años y se tenían ganas por lo que cada uno representa, pero coincidieron sobre el césped menos de lo que cabía prever. Muniain se movió como acostumbra, pero entre un bosque de piernas demasiado tupido, por lo que destacó más en el pase -como el que dejó solo a De Marcos- que en el regate. La única que tuvo, ya con el tiempo cumplido, la marró al pegarle mordida. Puñal cumplió como siempre y se marchó con dos asistencias de gol y un disparo a puerta desde la frontal. Se le puede dar por ganador del duelo, aunque fuera a los puntos.
Lamah-Susaeta. Llegaba al derbi apagado el marfileño-belga y en la cresta de la ola el eibartarra, pero el encuentro invirtió los papeles. A Lamah le salió bien su primera cabalgada, nada más arrancar el partido, y ahí cogió moral para moverse por todo el frente del ataque sembrando más peligro del que luego se cosechó. A Susa, por contra, se le vio cansado y el equipo lo echó en falta.
Flaño-Llorente. La entrada del riojano sembró el pánico en la zaga rojilla, no en vano Llorente ha dejado en feo a varios centrales rojillos de diferentes generaciones en los últimos años. Fuera por su capacidad de intimida- ción o no, el caso es que el de Noain falló dos balones claros -el del gol y el del último minuto- que ensuciaron mucho su trabajo. En la primera parte, la zaga rojilla también tuvo más problemas por el centro que en las bandas. En cuanto a Llorente, no repitió el recital de Old Trafford pero hizo su labor rompiendo el balón más claro que tuvo en las botas.
Manuel-San José. En su estreno con Osasuna, el valtierrano dejó un gran detalle de calidad con un tiro que rozó la escuadra y otro con la galopada que resolvió mal al final, aunque se le vio algo blandito en otros momentos en que su equipo necesita sujetar el balón arriba. Frente a él después y Nino primero, Mikel San José se midió con suficiencia. Los centrales del Athletic no fueron lo peor precisa- mente, y eso que tanto el de Atarrabia como Amorebieta jugaron buena parte del choque lastrados por un árbitro tarjetero sin necesidad alguna.
Andrés-Iraizoz. Los dos sacaron adelante su trabajo con muy buena nota. El cancerbero murciano de Osasuna siempre deja algún destello felino, y ayer fue además en el último minuto al llegar con la punta de los dedos al remate de Muniain que ya se cantaba como gol. Sin brillar tanto, Gorka Iraizoz no le fue a la zaga en su ciudad natal, resolviendo bien envíos complicados como un tiro esquinado e imprevisible de Raúl García o el cara a cara con Manuel Onwu en la recta final.
Bastante desolador. Así era el panorama de las céntricas calles iruindarras a eso de las 16.30. Lo que en cualquier otra edición de un derbi vasco hubiese sido un hervidero de aficionados entremezclando colorido y cánticos, ayer no dejaba de ser un desierto humano, paradójicamente incluso mayor al de cualquier otro domingo, en palabras de algunos hosteleros.
Un trío de aficionados rojiblancos dando buena cuenta de otros tantos bocadillos en la escalinata del kiosko de la Plaza del Castillo y algo más de media docena de seguidores vizcainos poniendo a tono sus voces en la Estafeta dejaban cumplido testimonio con su escasa presencia de que el acontecimiento futbolístico esta vez no iba a tener su plasmación ambiental en las horas previas al choque.
¿Motivos? El reciente masivo desplazamiento a Manchester y, sobre todo, el tardío horario designado para el envite. A muchos les echó para atrás saber que, con suerte, la hora de regreso a Bilbo podía estar cercana a la una de la madrugada, y quien se animó lo hizo comiendo tranquilamente en su casa y desplazándose con posterioridad.
Con ese panorama, el desmejorado ambiente previo al choque quedó en cierto modo maquillado en los aledaños de El Sadar y en las propias gradas, donde la presencia vizcaina sí fue más patente, aunque menor a otras ediciones del derbi. Y es que los caprichos televisivos llevan camino de acabar con este tipo de encuentros. No hay que olvidarse de que el partido de ida en San Mamés también se jugó en lunes, al igual que el Osasuna-Athletic de hace dos temporadas. Y si el ambiente se resiente, no digamos ya la taquilla.
Sin embargo, la tranquilidad de la calle se acabó en el campo. La hinchada rojilla, que se fue muy frustrada hace unos meses tras perder con gol de Muniain en el último minuto, se tomó la revancha. Al ya tradicional ``Que no son de Lezama, que son de Tajonar'' se le unió esta vez el ``Que esto no es Old Trafford, que esto es El Sadar''.
La tensión del partido en los últimos minutos se trasladó a la grada, con algunos momentos de fricción en el palco -donde estaba esta vez la presidenta navarra, Yolanda Barcina- y sus aledaños. De hecho, Patxi Izco declinó comparecer junto a Josu Urrutia para la habitual entrevista posterior al partido en Canal Plus. El presidente del Athletic no quiso revelar detalles de lo ocurrido entre las dos delegaciones, y prefirió rebajar polémicas afirmando que su malestar tenía que ver más bien con las pérdidas de tiempo. Ciertamente en más de un momento aparecieron dos balones en el campo, lo que enervó a los bilbaínos, y no es la primera vez que ocurre en los últimos tiempos en el Reyno de Navarra. N.M.