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«En los calabozos pensé: `mal tiene que irles para apuntarse un tanto así'»

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Manu Azkarate
Expreso político vasco

Con una larga y conocida trayectoria a sus espaldas, Manu Azkarate ha vuelto a ser noticia por su detención, el 7 de marzo, en Ziburu. Ha recuperado la libertad, pero está pendiente de una demanda de extradición. Y extrae conclusiones claras y sólidas sobre el motivo del mantenimiento de la represión.

Arantxa MANTEROLA | ZIBURU

Manu Azkarate, aquejado de un enfermedad crónica, fue puesto en libertad condicional en 1992. Estuvo en prisión durante seis meses en 2004. En los últimos meses residía y trabajaba en Ziburu, donde hacía una vida pública.

¿Cómo interpreta esta detención, qué es lo que pretenden?

Como ocurre con el resto de detenciones que se han dado en los últimos meses, solo puede entenderse dentro de una estrategia de contención ante el empuje y avance de los plantea- mientos independentistas y de izquierdas en la sociedad vasca. Creo que buscan un muro de contención, y a la vez es una forma desesperada de ganar tiempo al tiempo, mientras tratan de asimilar la nueva situación política y perfilan nuevas estrategias para continuar negando los derechos de nuestro pueblo.

¿Ve a los estados necesitados de estas operaciones, entonces?

Para mí que no se esperaban esta nueva situación y, de repente, se encuentran desnudos, desarmados en un escenario en el que cada vez resulta mas difícil justificar la represión, en el que los argumentos, las razones son las que deben prevalecer para convencer al contrincante. Ya no vale cualquier tipo de agresión policial, judicial y/o mediática justificada por la existencia previa del «terrorismo». Se quedaron ya sin su «terrorismo», que justificaba la política del «todo vale». Percibo que el cambio de rumbo para llegar al mismo destino no entraba dentro de sus cálculos. Les pilló con el pie cambiado en su borrachera de triunfos policiales y derrotas soñadas. Veían cercano su amanecer lleno de gloria, la reedición del «cautivo y desarmado el ejercito.....», un capitulo más a añadir a la historia de España, tan llena de hazañas bélicas.

Por eso, en un principio no se lo creyeron. No podían, no querían creérselo. Era imposible que un regate en corto y cierto juego de cintura pudiera superar toda su defensa. Después, a medida que fue pasando el tiempo y tuvieron que asumir, a su pesar, que era cierto que se acabó un ciclo de varias décadas de estrategia político-militar, no saben cómo responder.

¿Qué quiere decir con que los estados buscan ganar tiempo?

Para ellos seguir manteniendo sus esquemas represivos, las detenciones, la aplicación sistemática de la tortura, las ilegalizaciones, los procesos judiciales, etcétera es una necesidad. Por un lado, creo que refleja una inercia, es la continuidad de lo que ellos siempre han sabido y saben hacer. Pero por otro, es la manera con la que tratan de ralentizar y degradar cualquier proceso democrático.

¿Y qué harán después?

Perdida ya la esperanza de rupturas, de escisiones a las que agarrarse como tabla de salvación, creo que ahora pelearán por estancar ese proceso hasta que se pudra. Su problema es cómo hacerlo, cómo seguir aplicando la misma represión en un contexto político diferente, cómo evitar que la sociedad no visualice aquello que antes era mas fácil de esconder. Ya no existen violencias multilaterales, solo existe la violencia del Estado, y aunque esté amparada por la casi totalidad de los medios de comunicación, su negación resulta cada vez mas increíble. Su problema es cómo evitar que su receta no les imponga un coste político.

¿Ve a Madrid y a París capaces de abordar algún día el tema desde parámetros exclusivamente políticos?

Ellos son conscientes de que abrirse a un escenario de confrontación democrática, donde puedan debatirse y materializarse ideas y proyectos políticos, les obligaría a aceptar una realidad que cualquier otra sociedad occidental aceptaría. Ahí está el contencioso Inglaterra-Escocia como prueba. Pero un estado como el español, carente de una cultura y una tradición democrática, excepto en casos muy contados y muy cortos de su historia, es incapaz de asumir eso. No podemos pecar de ilusos, sus déficits y complejos les condicionan de tal manera que no hay motivos para pensar que vaya a haber por su parte un cambio de rumbo en parámetros democráticos.

Es en este contexto que se produce mi detención. No nos engañemos, no es cierto que hay paz, como quieren hacernos creer ahora. Es mentira. Solo hay el cese unilateral e incondicional de la violencia revolucionaria ejercida por un sector de este pueblo. La verdadera paz, con mayúsculas, solo vendrá con el cese definitivo de la represión, la desmilitarización y la desaparición de cualquier otro tipo de chantaje, coacción e imposición sobre los habitantes de Euskal Herria.

Entonces, ¿Azkarate es optimista o pesimista?

Hay más motivos que nunca para ser optimistas. El optimismo surge de la confianza en este pueblo, en su resistencia a través de siglos de ocupación. Y en especial, la que tras la derrota del 36 y los posteriores años de plomo activaron a aquellos locos que despertaron nuestro orgullo. Ellos emprendieron un camino que a nosotros nos toca finalizar. Ya no es tanto lo que vayan a ofrecernos desde Madrid y París, algo mas que previsible, sino nuestra capacidad de activar el enorme potencial humano del que disponemos y que muchas veces minusvaloramos. Una juventud consciente y entregada, una militancia curtida en años de militancia y todo tipo de represión, una sociedad solidaria con ansias de libertad y justicia... ese es nuestro tesoro.

Pese a hacer vida totalmente pública, se le ha vuelto a presentar como miembro de ETA...

Presentar como una operación importante la detención de una persona que lleva tiempo viviendo en una situación de normalidad, con domicilio registrado, control y visitas médicas frecuentes me recuerda a aquella otra gran hazaña bélica que supuso la conquista de la Isla Perejil. Mi primer pensamiento en los calabozos fue: «Mal tiene que irles, para querer apuntarse un tanto con tan poquita cosa».

 

OBJETIVO

«Con mi detención y el resto creo que buscan un muro de contención, y a la vez es una forma de ganar tiempo al tiempo mientras tratan de asimilar la nueva situación y perfilan nuevas estrategias»

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