Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933), doctor ingeniero industrial y profesor jubilado del IESE de la Universidad de Navarra, aclara que la «palabreja» dummies del título de su último libro quiere decir «inexpertos». «¡Que nadie se altere!», espeta con su enorme sentido del humor. Un libro anterior, «La Crisis Ninja», está considerado como una de las mejores explicaciones sobre la crisis mundial.

Con la nueva publicación, cree explicar de forma sencilla cómo funciona la economía en todos sus ámbitos. Es lo que persigue para que se entienda, porque, según aconseja, «tenemos que aprender a pensar por nuestra cuenta y, una vez que nuestro cerebro haya entendido qué es lo que pasa en el ámbito económico, entonces reclamar responsabilidad y ponernos a trabajar para solucionar este panorama desolador». En el libro, editado por Planeta, destaca que «los gobiernos no crean empleo» y «la economía sumergida no es buena, pero hay que reconocer también que existe en abundancia y que es buena para la paz social»

¿Qué mensaje quiere lanzar?

Este libro surge de cuatro años con entrevistas en los medios de comunicación, artículos, etc. Es para poner en orden las cosas, para entender mejor la economía, sin duda.

¿Funciona la economía?

Me dan ganas de decir: otra pregunta por favor. Creo que estamos en el camino. Un camino que es muy largo. Porque estamos haciendo las cosas con cabeza, lo digo con mucha prudencia. Porque esto es como una familia que ha ingresado 100 y ha gastado 700. Cuando pasa eso, los 600 de diferencia los cubre con créditos. Cuando vencen, con nuevos créditos. Así hasta que un día alguien le dice que se acabó, hasta aquí hemos llegado. Todo esto nos lleva a los ajustes, que no es otra cosa que subir los ingresos y bajar los gastos. Pero si me suben los impuestos y me reducen el sueldo, no voy a tomar una copa para celebrarlo. Ahora hay una Europa de dos velocidades, los buenos y los menos buenos.

O de tres velocidades.

Sí, o de 27, porque cada país va a su bola. Bueno, generalizando mucho, en las dos velocidades estamos en los menos buenos. Hay una profecía que llevo haciendo dos años y, alguna vez acertaré, que es el tema de los eurobonos. Es fácil, cuando España pide prestado, avala España. Y con el eurobono avala Europa. Supone que aquí bajan los intereses, pero le suben los intereses a Angela Merkel. Todo el apretón de Europa y Merkel viene de ahí, si queréis eurobonos los tendréis, pero os tenéis que portar bien. He profetizado que ocurrirá en 2012. Si esto que digo fuera verdad, creo que ocurrirá pronto.

¿No sería más lógico que el Banco Central Europeo (BCE) prestara a los estados al mismo interés que lo hace a los bancos, y así resultaría mejor para las cuentas públicas?

Ya pero el BCE, por mandato, tiene prohibido prestar a los estados.

Que cambie la ley.

Ya, pero como está ahora, nos muestra que el BCE se creó para controlar la inflación. Es decir, cuanto más apriete, mejor. No está hecho para eso.

Ni tampoco nadie había previsto que hubiera una crisis de la deuda soberana tan importante y que ha arrastrado a países y a la Unión Europea casi al abismo.

Ya. Como legalista, en este momento, te digo que no puede. Están haciendo una trampa porque están prestando a los bancos al 1%. Los bancos prestan a los Estados al 4% y 5% y, sin moverse de casa, ganan. Como esto siga a así, los bancos pueden cerrar todas las oficinas, pueden poner a un señor en un despacho cutre, un teléfono y un ordenador. Que llame a Bruselas y pida 50.000 millones, llame a Madrid y diga: ya les tengo. Dios quiera que no sea así.

¿Por qué los bancos aconsejan a los ciudadanos que deben ser prudentes en sus actuaciones, aunque ellos no siguen esa vía, sino que han sido los más imprudentes?

Increíblemente imprudentes. Ahora le está ocurriendo al BCE, que aporta al 1%. Tiene una hucha, que denomina «facilidad de depósito», en la que si el banco ingresan dinero le dan un interés al 0,25%, pero los bancos prefieren pagar el 1%, que dejárselo a quienes necesitan créditos. ¡Cómo son! Si se lo prestan al Estado no puede hacer suspensión de pagos, si lo guardas en el BCE la hucha se mantiene y si te lo prestan a ti para negocios, digo por negocios pequeños, afirman que igual no les va bien. No lo hacen. Así.

¿Qué piensa de las reformas?

La espectacular es la reforma laboral, pero la más importante es la financiera. Si me dices elige una, digo la financiera. Estoy convencido, no digo que sea así, de que en estos momentos hay que hacer una serie de reformas, pero solo hay que saberse una cifra, porque si sube el PIB, etc, la que me preocupa es la de los 5,2 millones de parados. Sólo crean empleo las empresas y, para eso, necesitan financiación.

Las empresas crean y también destruyen empleo.

Sí, sí. Si creo un negocio, contrato a dos. Si las cosas me van mal, cierro, y todos a la calle, yo arruinado.

Y las otras dos también.

Sí, yo arruinado y ellas sin empleo. Si se hunde una empresa nos va mal a todos. Nos interesa a todos que las empresas vayan bien. Otra cosa es que un empresario te diga que se ha llevado todo el dinero y se lo ha fumado en las Bermudas con una rubia. Por eso es importante que se ponga en valor la reforma financiera. Cuando ves las cuentas de algún banco que no va tan bien como dice, hay que analizarlo. Cuando el BBVA, por ejemplo, crea una unidad de activos inmobiliarios, hay que preguntarle: ¿de dónde han salido los activos inmobiliarios? Igual han salido de una política de desastre que le han hecho tragarse pisos a manta. Cuando otro señor de otro banco dice que ha saneado 15.000 millones, hay que preguntarse ¿quién los puso enfermos antes? En esta crisis lo menos importante es lo económico. Es una crisis de decencia.

Christine Lagarde (FMI) empezó a ver, de nuevo, brotes verdes el pasado fin de semana.

No hagas caso a nadie. Nadie sabe cuándo termina esto, que en el mundo hay brotes verdes siempre. Porque a algunos les va bien, pero son los menos. Mario Draghi, presidente del BCE, dijo que observaba indicios de mejora del crédito. Con mala idea contesté irónicamente en un artículo que esos son análisis, lo demás son cuentos. Es posible que a ese nivel pase eso. Hay que ser optimistas, que no quiere decir que aquí no pasa nada, porque eso es una tontada, sino que no nos podemos quedar acurrucados.

Si en Europa cada Estado tiene su política fiscal, su política económica, su política de empleo... ¿al final se crea una Europa de muchas velocidades?

Sí. Dése cuenta que si fuera verdad lo que le he dicho de los eurobonos, supondrá crear más Europa. De esta manera, evitaríamos que haga el tonto por la derecha. Sin embargo, los estados unidos de Europa usted, que es más joven, no los verá.

¿Es euroescéptico?

Bueno. Euroescéptico puede ser que me levante por la mañana así, pero a la noche vea la solución en Europa. El mes que viene igual no pienso lo mismo. Me parece que estamos en el camino, pero es largo.

Dice que sin el consumidor no se puede hacer nada, si hay más paro, ¿quién va a poder consumir?

Entre paréntesis, he decidido no hacer caso a nadie que me dé una cifra.

Pero los 5,2 millones de parados están ahí y no se reducen.

No. Bajar, no baja. Te digo lo del consumidor, pero también digo que hay que gastar con la cabeza. El otro día me preguntaron cuál es el objeto de este libro, que es lo que me ha preguntado hace ya unos cuantos minutos, el objeto es la revolución civil. La gente dice este tío está chalado, como una cabra.

¿A qué le llama revolución civil?

Si consiguiéramos, no solo con este libro, que todos tuviéramos más criterio, sería mejor. Criterio es que estos cuatro conocimientos y mi sentido común me dicen que esto no mejora. Entonces, le puedo decir a la señora Lagarde que ha sido muy amable, pero que no me lo trago. Hay muchos cantamañanas sueltos. La gente normal tenemos que oír a esos, pero tenemos que lograr nuestro criterio. Si este libro, y otros, nos ayudan a tener criterio, lograremos tener gente madura, mucho más rica en conocimiento y criterio.

Cuando el agua te ha rebasado la nariz y no puedes respirar, ¿cómo se puede pedir prudencia a los más necesitados?

Usted ha venido a cargarse el libro (se ríe). Hay que decir a la gente que sea optimista, pero es cierto que lo que pasa es gordísimo. Es una crisis muy gorda, pero al estar interconectado en Moscú se conoce al segundo. Con lo de la revolución civil no es salir a la calle a quemar contenedores, sino que en un país con millones de personas maduras y que discurren, será un país más rico. Pero lo que sí le puedo decir es que no hago caso a quienes mandan ahora, ni a los de antes.